P. Profesor, si a una sequía terrible le siguen inundaciones catastróficas ¿Cuál es la lectura?

R. Hay casos en que la realidad supera la imaginación y es ahí donde está la lección. La sequía más grande del siglo, con lluvias más ausentes que escasas, no solo en Duvergé, Jimaní o Villa Elisa, porque por allí fácilmente pasan hasta 17 meses sin ver una gota de agua caer del cielo, si no, en todo el país, incluyendo la Cordillera Central, que fue pasto de las llamas, con los incendios forestales más terribles del presente siglo.

Las presas estaban aproximándose al colapso, hasta el punto de que el INAPA dio la voz de alarma si la sequía se prolongaba dos meses más. Los cultivos se arruinaban y el ganado moría en toda la Línea Noroeste. Pero, oh sorpresa, meteorología anuncia que se aproxima una vaguada al país y así fue.

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Llegaron las lluvias intermitentes, pero sostenidas, no terminaban de parar y pasó una semana de intensas precipitaciones y a ésta le siguió otra igualmente severa, comenzaron los deslizamientos, los árboles caídos, los puentes y derrumbes obstaculizando comunidades, hasta que Azua, donde rara vez llueve, reclamó que la declararan en emergencia, por lo que estaba pasando por Peralta, Jura y Las Yayitas, hasta llegar al otro lado, con Guayabal, arrastrando tanta agua como nunca se había visto.
¿Qué es esto…? ¿Será que el mundo se está acabando…?

A lo mejor, pero lo cierto es que eso se llama “cambio climático”, que solamente se expresa en picos. Picos de sequía, picos de lluvia, picos de calor, como el que estamos sintiendo. Ayer la sensación térmica llegó a 42° C en varias localidades del país.

Entonces, ¿Cuál es la lectura? ¡Todo se debe a las agresiones humanas contra la naturaleza y el medio ambiente que nos envuelve!