P. Profesor, ¿podría explicarme los límites planetarios, porque no le encuentro sentido que, entre la Tierra y la Luna o entre La Tierra y el Sol o cualquier otro planeta, tenga alguna función o alguna trascendencia conocer las fronteras que los separan?
R. Todo podría tener sentido, aunque nosotros no lo encontremos, pero los límites planetarios de los cuales habla la ciencia, no se refieren a fronteras físicas, si no, a la capacidad que tiene la naturaleza y en este caso, el planeta en que vivimos, para recibir impactos negativos y poder recuperarse. Es decir, todos los ecosistemas e incluso, procesos, tienen una capacidad limitada para recibir alteraciones y si no se rebasan esos límites, todo vuelve al equilibro o a la normalidad.
Por ejemplo, usted corta una parte del bosque y luego de usar lo que quiere, lo abandona; pues todo es cuestión de tiempo, porque ese bosque, la misma naturaleza lo va a volver a colocar tal y como estaba y puede que cambie algunos elementos, pero el bosque como tal, volverá a existir. Lo mismo pasa con un río que recibe una carga contaminante, una ciudad que se levante o una presa que se construya en cualquier lugar.
Con el tiempo, la naturaleza se encargará de borrar todo y luego impondrá de nuevo el orden y el equilibro que se le ha alterado.
Ahora mismo la humanidad está en vilo con aquello del “cambio climático”, que algunos lo niegan, porque seguimos pensando como hasta los años 60 del siglo pasado, cuando los seres humanos estábamos convencidos de que era imposible que se contaminaran los mares y los océanos, por su inmensidad, que no era cierto que los bosques iban a desaparecer y que el hombre jamás iba a alterar la capa de ozono, la delicada placenta o membrana planetaria que protege la vida contra la violencia de los rayos solares.