CONSULTORIO ECOLÓGICO. Plagas forestales

CONSULTORIO ECOLÓGICO. Plagas forestales

Eleuterio Martínez

P. Profesor, ¿es correcta la medida del corte masivo de pinos para combatir plagas forestales como lo anuncia Medio Ambiente?

R. El corte de árboles como medida profiláctica para detener el avance de enfermedades y plagas forestales, aunque insulsa la mayoría de las veces, es una práctica utilizada en las labores silvícolas o de manejo forestal.

El Ministerio de Medio Ambiente acaba de anunciar que cortará preventivamente unos 2,869 pinos en Dajabón para controlar la plaga de Ips calligraphus, que podría atacar esas plantaciones, después de la ocurrencia de incendios que han debilitado los árboles, según estudios realizados.

Lo sorprendente de la noticia no reside en la cantidad significativa de pinos que se cortarán, sino, que tal medida se hará de manera preventiva y masiva. Técnicamente lo recomendado es el corte selectivo de ejemplares ya afectados y no de cortes preventivos, subjetivos o caprichosos de árboles actualmente sanos.

Los árboles afectados se cortan y se queman en el mismo lugar, pero nunca pueden extraerse y moverse en medio del bosque o la plantación donde se presente el problema, porque tal medida sería mucho más dañina o peligrosa que no hacer nada.

Cortar y quemar in situ todo pino enfermo o afectado, puede eliminar inmediatamente el problema, pero si se extrae y se arrastra o se mueve en medio del bosque, redundaría en un agravamiento del caso, al infectar los ejemplares sanos, extendiendo el problema a zonas saludables del bosque.

En muchas naciones donde se realizan plantaciones forestales, es común la presencia de enfermedades y ataques de plagas y es necesario recurrir a diversos métodos de control y saneamiento, pero este no es el caso de Dominicana, donde este insecto barrenador ya forma parte de las comunidades pineras y aparentemente ya ha llegado a un estado de relativa estabilidad o convivencia natural.

Todos los años y de manera recurrente, el Ips calligraphus se presenta en zonas montañosas de la cordillera Central y la Sierra de Baoruco, sin causar estragos o daños severos a los bosques de coníferas.

Peores daños están causando a los pinares dominicanos las prácticas de supuesto manejo forestal en marcha, las cuales en vez de mejorar la condición genética y estructura de los bosques nativos, hace todo lo contrario, al extraerse los mejores ejemplares para comercializarlos sin garantizar la reposición o restauración de las áreas intervenidas.

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