P. Profesor, ¿Por qué Bayahibe es el portal del Paraíso?
R. Muy sencillo, es la puerta ancha que se abre hacia la Saona. Todos los tesoros son valiosos, son hermosos, son perlas; pero ninguno como la “Isla Saona”, la Bella Savona de Michelle Cunneo. De ahí el frenesí turístico por alcanzar sus costas, las piscinas naturales del camino, las Palmillas provocadoras; pero nada ni nadie se detiene por encantos fatuos, comparados con las Playas de Mano Juan.
De ahí la necesidad de no dañar, de no malograr, de no arruinar Bayahíbe, porque una puerta rota, un parcho mal tapado o una herida a la vista previa, podría desilusionar, matar el encanto y hasta los sueños de pisar el paraíso que precede al Nirvana.
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Mucho cuidado, pónganle mucha atención autoridades, señores de Medio Ambiente, con lo que se piensa hacer con las acciones que se encaminan dizque para ordenar y adecentar el punto de partida hacia la Saona. La Academia de Ciencias está dispuesta a ayudar, a sumar sus conocimientos y sobre todo, a brindar las pautas del bien obrar, para que Bayahibe siga siendo la mejor mensajera, la antesala de la Saona, una de las islas más visitadas del mundo, con el recibimiento de un millón de almas que anualmente disfrutan o se deleitan sobre la arena blanca cubierta de cocoteros.
Las costas de Bayahíbe se resguardan como un “Monumento Natural”, categoría III – UICN, nomenclatura científica que la signa como un espacio para el disfrute de los encantos puestos allí por la misma naturaleza, como los manglares, los cenotes y hasta la misma Flor de Chele o “Rosa de Bayahíbe”, nada más y nada menos que la “Flor Nacional” descubierta por Alain Liogier, un miembro de número y fundador de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.