P. Profesor: ¿por qué un parque nacional con mar y tierra para Francis Caamaño?
R. Porque Francisco Alberto Caamaño Deñó es un héroe nacional que crece y se agiganta con el discurrir del tiempo. Vino por la noche y por el mar y eso lo sabe Playa Caracoles. Luego el día le sorprende escarpando la Cordillera Central, buscando su corazón en Valle Nuevo y eso no se puede olvidar. De ahí que nada mejor, para eternizar su nombre y su memoria, que la Bahía de Ocoa en el medio del Sur y el mar, único punto de la cadena montañosa más alta del país que toca el Caribe, para penetrar y adentrarse hasta el centro de su tierra patria y colocarse en la cima del altiplano al pie de Alto Bandera.
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Esa leyenda tiene mil lecturas y nadie mejor que la naturaleza para darle vida para siempre. Entre la playa y la loma, el mar y la tierra, queda el único espacio donde cabe la figura de Francis Caamaño y a mí me correspondió definir el contorno.
Son las huellas humanas las que surcan y marcan el porvenir y en tal sentido, Quisqueya las tiene de todos los tamaños y dimensiones.
De Monte Cristy no solo emergió El Morro para invitar a dialogar y soñar a José Martí y Máximo Gómez, si no, a ofrecerle una alfombra de Manglares a Manolo Tavares Justo, para que levantara la vista y mirara hacia Manaclas y Diferencia, donde se levantan las escarpadas montañas quisqueyanas y lo propio ocurrió con Piky Lora, que se paseó por San José de Ocoa y Aniana Vargas que se detuvo en Bonao, para saber dónde estaban las minas de oro y ferroníquel.
De ahí que nadie ha inventado nada, lo hizo la naturaleza y solo ella puede cantar sus nombres para siempre.