P. Profesor, ¿se pueden recuperar los ríos que se han secado?

R. Es muy difícil que un río que haya perdido su caudal, pueda recuperarlo en el futuro. Este tema fue estudiado por el Departamento de Montes de la FAO durante mucho tiempo (años 70 y 80 del siglo pasado), en el continente africano y discutidos luego en “mesas redondas”, tanto en el país como en Italia, en algunas de las cuales tuve la oportunidad de participar y los resultados son prácticamente nulos.

La causa del poco éxito en la recuperación de los caudales de los ríos que se han secado, se debe a que cuando estos mueren (pierden la escorrentía superficial), es porque su cuenca ha sido tan deteriorada por la deforestación, el laboreo agrícola, los incendios, la ganadería, la minería a cielo abierto o subterránea, extracción de áridos del cauce (rompiendo la napa freática) o impactos similares que obligan a que, aunque siga lloviendo con los mismos niveles de precipitación, se rompe el ritmo natural del flujo, haciendo que los movimientos hídricos se hagan de manera subterránea, por la percolación profunda, obligando a su vez, que de escorrentía permanente, pasen a convertirse en intermitentes (solo llevan agua cuando llueve o en temporadas lluviosas).

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Sin embargo, tengo la experiencia que he narrado varias veces en mis intervenciones académicas, de que, hay cuencas que al regenerarse naturalmente (no conozco ninguna con reforestación artificial), sí han logrado volver a tener una escorrentía normal, después de haberla perdido.

Para el año 1973, el río Inoa fue declarado literalmente “muerto” y en su cauce había un campo de pelota local.

Sin embargo, hoy en día, se han regenerado naturalmente los bosques que cubren la Loma Igua (extinto Parque Nacional Manolo Tavares), porque se eliminó la ganadería, el asedio de los aserraderos y el conuquismo.