Profesor, a propósito de la política agresiva de reforestación de las cuencas hidrográficas del país, ¿por qué es más importante proteger que reforestar?
R. Porque eso es lo que manda le Ley y lo establece la naturaleza. Con el cumplimiento de las leyes números 632 y 627 de 1977, vigentes todavía y no derogadas por la Ley 64-00 por su extraordinaria importancia, no hay que reforestar las cuencas altas o zonas productoras de agua, donde nacen todos los ríos de mi país y el de los dominicanos.
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La primera de estas normas emanadas del Congreso Nacional y sancionadas por el Poder Ejecutivo, tiene un solo artículo: “está prohibido el corte de árboles en un radio de 500 metros (medio kilómetro), alrededor de una fuente de agua (un manantial)”. La segunda ordena la conservación de las zonas cordilleranas (Haina, Yuna, Yaque del Norte, Nizao, Ozama, Yaque del Sur y Artibonito), que producen las aguas nacionales destinadas a sustentar la producción de alimentos, las presas, el abastecimiento del agua potable para el consumo de la población dominicana y, paradógicamente, la haitiana también, porque todos los ríos importantes que bañan aquella nación hermana, nacen de este lado de la frontera.
Es un absurdo reforestar las cuencas altas, porque nadie le impone sus criterios a la naturaleza, quien solo obedece sus propias leyes. Toda plantita establecida por el ser humano donde la naturaleza no quiera, ella la eliminará. Basta con ver Loma Novillero que yo mismo ayudé a reforestar con pino Caribaea y el 5% producido por la nacionalización del Oro de Rosario Mining, casi todos han sido sustituidos.
Reportará mas beneficios para la sociedad dominicana a utilizar todo el dinero que se destine a la reforestación, a tan solo proteger el Parque Nacional José del Carmen Ramírez, actualmente, un gran potrero nacional.