P. Profesor, ¿Un solo árbol puede constituir un área protegida?

R. Increíble, pero cierto.

El mundo de la conservación es algo extraordinariamente dinámico, cambiante e innovador, pues la visión del futuro, la forma de valorar las riquezas naturales, el aporte enorme al desarrollo y al porvenir de las naciones que hacen las áreas protegidas, las expectativas de cómo aprovechar más y mejor el patrimonio natural de los países y la cosmogonía de la naturaleza que el Ser humano lleva como esencia y en su imaginario, nos están delineando un mundo totalmente nuevo en materia de conservación de la naturaleza.

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Pero lo más importante de estos cambios y estrategias transnacionales, es que la República Dominicana está a tono y marcando tendencias globalistas para la sostenibilidad y la revalorización de los bienes transgeneracionales, como ha ocurrido con el “Monumento Natural La Ceiba”, categoría III de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (III-UICN), donde un solo árbol, el más corpulento, el más alto, el más longevo y descomunal que sobrevive en todo el territorio nacional, ha sido declarado como un Área Protegida o Unidad de Conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de la República Dominicana (SINAP).

Se trata de la “ceiba abuela” que hoy engalana el paisaje en medio del Valle del Cibao, entre Tamboril y Licey, donde ella sobresale por encima de todos los árboles de su entorno, desafiando las alturas, elevándose hacia el cielo y provocando a las nubes, con un tronco inmenso que en el día del árbol, acogió 127 niños y aún sobresalían sus raíces, con una copa tan grande y diferenciada, que llama la atención de todo aquel que se aproxime y le mueva la curiosidad de conocer “la verdadera catedral del bosque”, que aún sobrevive en las campiñas cibaeñas.

“Salve Ceiba pentandra de ayer y de hoy…!”