Respuesta de la terapeuta: Es un término que ha recobrado un sentido y significado diferente para mí desde que escuché la explicación del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

El fenómeno no se refiere a la explotación o dominación de otro hacia nosotros, sino de nuestra capacidad para explotarnos voluntariamente, hasta el punto de no saber cuándo parar, reflexionar y tener tiempo para la contemplación, la lectura y disfrutar de la naturaleza.

Según el citado filósofo vivimos en una sociedad aparentemente libre, donde creemos serlo, sin embargo, es una sociedad de consumo que nos impone el “debería ser, comportarse, tener y consumir”.

Es lamentable que hasta los niños han aprendido a autoexplotarse y han dejado de disfrutar del tiempo de ocio. Se muestran ansiosos, impulsivos y agresivos. Hasta dicen estar aburridos cuando no tienen a mano los dispositivos electrónicos. Temen a la sensación de no tener nada que hacer. ¿Están los niños aprendiendo a autoexplotarse, respondiendo a las imposiciones del consumo tecnológico y las redes sociales?

Por otro lado, observamos a los adultos que se autoexplotan consumiendo y exponiéndose incansablemente en las redes sociales con todo tipo de contenido sin considerar las consecuencias.

El perfil de la personalidad narcisista se ha incrementado con la aparición de las redes sociales. La gente se autoexplota ansiosamente, pues necesita aumentar sus seguidores y ganar admiración. Le angustia no conseguir likes y nuevos seguidores, por lo que hay que producir contenidos profundos o superficiales.

La disociación entre el yo real y estructurado del yo digital es un agravante para la salud mental.