Consultorio Nutrición

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P: ¿De qué manera influye el envejecimiento sobre el estado nutricional?

R: El envejecimiento se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones orgánicas, la presencia de enfermedades crónicas y limitaciones físicas que interfieren con la alimentación saludable. La disminución de la agudeza del gusto, el olfato, la visión y el oído, afectan el acto de la deglución y el disfrute de los alimentos. La pérdida de la dentadura, el uso de prótesis defectuosas y la disminución de la producción de saliva, interfieren aun más con la deglución. La digestión se ve afectada por una menor producción de ácido clorhídrico en el estómago, lo cual disminuye la absorción del hierro y la vitamina B-12, provocando anemia nutricional. Además, la disminución de las enzimas pancreáticas necesarias para digerir hidratos de carbono (almidones), proteínas y grasas, favorece la aparición de desnutrición.

Otros factores que interfieren con la ingestión de alimentos son: depresión, soledad, pobreza, limitación para prepararse los alimentos; igualmente, los ancianos se deshidratan con facilidad, porque tienen poca agua corporal (50% de su peso), y además, consumen poca agua, debido a una disminución del reflejo de la sed. El estreñimiento es común en los envejecientes, por su pobre ingesta de agua, la falta de actividad física, el bajo consumo de grasa y alimentos integrales, tales como: frutas, verduras y granos enteros, a causa de los frecuentes problemas en la dentición, que los obligan a consumir alimentos licuados, papillas y purés. Por otro lado, en esta etapa de la vida hay mayor riesgo de osteoporosis, por falta de actividad física, deficiencia de calcio y vitamina-D (debido al bajo consumo de lácteos por intolerancia a la lactosa, igual que la falta de sol para la formación de vitamina-D a nivel de la piel). Además, esta vitamina no puede activarse en hígado y riñón, debido a una disminución en la actividad metabólica de estos órganos, provocada por el envejecimiento. Finalmente, la mayoría de los envejecientes padecen de enfermedades crónicas (diabetes, enfermedad coronaria, demencia, depresión, hipertensión arterial, elevación de triglicéridos y colesterol, gastritis, colitis, artritis, apoplejía, enfermedades pulmonares, Parkinson, Alzheimer, etc.), las cuales requieren dietas especiales y el uso de diversos fármacos que pueden alterar el apetito, el gusto y el olfato.

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