Consumatum est

Consumatum est

En la sexta palabra de Jesucristo en el patíbulo que intitula esta entrega, puede definirse perfectamente el final de Hipólito Mejía como político, y todo por el imposible de intentar reelegirse luego del peor de todos los gobiernos en 159 años de vida republicana.

El desempeño económico sin precedentes hacia la baja que caracteriza esta administración que ha defraudado al país y a los que creímos en él por que hemos sido sus amigos y le conocíamos sus lauros indiscutibles cuando fungió de titular de Agricultura en el gobierno inolvidable del también inolvidable presidente Antonio Guzmán, hemos sentido un espectacular asombro en el vuelco hacia la ineptitud que marca su pobre gestión gubernamental.

Un cable fechado en Santiago de Chile por EFE y publicado en la prensa nacional el 18-12-03, gratificaban que los dominicanos hemos padecido el peor año en una década, no con un PIB el año pasado que apenas alcanzó un 1.3%, este año apenas será de 1%, mientras la inflación en 2003 trepó a un 40% y hasta dos puntos más, sin exagerar, conforme al experticio que enmarcaba ese cable noticioso avalado por la CEPAL.

El signo monetario norteamericano ha sobrepasado la puja del 50×1, como nunca en la historia luego de que el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo creara en 1947 la moneda dominicana (el peso oro), mientras que los precios de los alimentos, medicinas, combustibles y energía eléctrica no tienen parangón tampoco en ninguna otra referencia gubernativa.

Las importaciones totalizan más de US$8 mil millones, mientras las exportaciones totalizaron en 2003 US$4,100 millones, de las cuales US$3,200 millones corresponden a zonas francas industriales y menos de US$800 millones a minería (ferroníquel puntal con US$199.47 millones, más las tradicionales (economía de postre) azúcar sin precios internacionales, así como cacao, café y tabaco, este último renglón, con un notable indicativo que ha persistido desde gobiernos anteriores.

Luego de una producción de arroz sin precedentes, el gobierno ha vuelto a recurrir a las odiosas importaciones, por que fundamentalmente ordenó imprudentemente quemar las plántulas del cereal a finales de 2002, para que supuestamente no se produjeran excedentes, como si éstos fueran un anatema o un crimen a la economía nacional, y sí la oportunidad de exportar y generar divisas.

La inflación este año, por lo menos hasta septiembre, perfila crecer más que el pasado, y ya en enero subió a 9.23%, y el FMI pronostica cerrar 2004 con un 14%.

El endeudamiento sin precedentes de este gobierno por más de US$5 mil millones, representa una carga aplastante que apenas sí podrá superarse en una década, préstamos inclusive para pagar combustibles (quemar dólares) adquirir equipos militares (helicópteros, lanchas rápidas, guardacostas), mientras en los hospitales no hay medicinas y la Unidad de Quemados del Luis Aybar no dispone de recursos.

El costo de los alimentos es prohibitivo y una libra de pollo cuesta $38, un huevo $4, idéntico precio una unidad de pan, la libra de arroz $24, las medicinas imposibles de alcanzar; PROMESE sin abastecimientos; la factura eléctrica por las nubes y sin justificar el servicio ni por la mitad de su eficiencia; los choferes de unidades públicas fijan los precios que les vienen en ganas, y el país está prácticamente desprotegido y abandonado, como precisó con la verticalidad responsable que caracteriza a nuestro príncipe de la Iglesia Católica, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, el único ombdusman que tiene hoy por hoy el pueblo dominicano, concitador de respeto, admiración y solidaridad con su postura e investidura.

Con todo ese fardo negativo, el presidente Hipólito Mejía, desoyendo los consejos de quienes lo hemos querido, pretende, insiste en el imposible de reelegirse en el poder. En 85 días de las elecciones, es imposible variar.

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