Murió recientemente el investigador y activista Juan Tomás Llibre en el centro penitenciario de Puerto Plata. El Sr. Llibre había hecho público su interés de promover un cambio en la Ley 50-88 que reconsiderara la legalización de la marihuana por sus propiedades medicinales que se evidencian en investigaciones científicas que había documentado y que le sirvieron para el uso en la mejora de sus condiciones de salud. Las propiedades medicinales del Cannabis son ampliamente conocidas en el ámbito internacional.
Es lamentable que en nuestro país se condene a una persona que públicamente defendía una causa vinculada a la salud y la justicia social y enfrentaba la aplicación de una ley obsoleta (50-88).
La revisión de la Ley 50-88 de drogas es una necesidad clamada por varias décadas desde instituciones que trabajan el tema. Esta ley criminaliza a las personas que consumen sustancias psicoactivas y las convierten en delincuentes cuando lo que padecen es un problema de salud.
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Contradictoriamente no se asume la persecución inteligente y efectiva del narcotráfico y el crimen organizado, sus grandes inversiones de lavado de activos y el lujo derrochador de sus exponentes. Se prefiere buscar chivos expiatorios con personas vulnerables para aparentar que se actúa contra las drogas, y se está actuando contra la gente no hacia el tráfico y las acciones criminales subsecuentes.
Ese no era el caso de Juan Llibre. Su transparencia en el abordaje de la marihuana como una planta medicinal y la promoción de su legalización se convirtieron en el arma para el ejercicio de la violencia contra él y su muerte. Él promovía un cambio en el marco legal de control de sustancias con pronunciamientos públicos desde el llamado al Ministerio Publico y a todos los organismos al diálogo sobre la revisión del uso de Cannabis en sus beneficios para la salud. Sus reclamos cayeron en el vacío. Desde la cárcel difícilmente se tome en cuenta a las personas. No se le considera como un sujeto activo ni propositivo.
La muerte de Llibre se considera como una “pena de muerte” como señala Radhamés de la Rosa, director de Casa Abierta, en un artículo reciente. Es lamentable que en un país donde la comercialización y consumo de la marihuana se maneja desde el oscurantismo, se castigue el abordaje transparente y el debate público sobre su legalización y uso medicinal.
La muerte de Juan Llibre, el maltrato y la injusticia del que fue víctima deben servir para revisar las grandes contradicciones que existen en nuestro sistema de justicia que maltrata y hunde al más débil y fortalece a los grandes que negocian con la vida de la gente.