Las sustancias psicoactivas se convierten en un elemento atractivo para población infantil, joven y adolescente que transita hacia ellas desde el consumo de alcohol fácilmente buscando “sensaciones más fuertes” y mantenerse en el “coro”.
El peso que tienen los grupos de pares en niños, niñas y adolescentes como grupo de referencia y de modelaje social se muestra en estos patrones de inserción, se busca imitar la conducta de amistades, parejas y familiares o simplemente “probar””.
El consumo de sustancias se mantiene en el ocultamiento, la ilegalidad y el tabú. Estos elementos favorecen su incremento convirtiéndolas en más atractivas. “Lo prohibido atrae” más aún en la población masculina que se forma para “desafiar” y “transgredir”, nuestra cultura machista refuerza en niños, adolescentes y jóvenes de sexo masculino las prácticas de transgresión de normas y de riesgo. Estas los convierten en más “machos” y más “tígueres” con mayor capacidad de competir con sus pares. La competencia entre pares de sexo masculino es cada vez más agresiva favoreciendo su inserción a temprana edad en el consumo de alcohol y sustancias.
La situación de ocultamiento favorece que el consumo de sustancias en niños, niñas, adolescentes y jóvenes se mantenga fuera del control de familias, centros educativos y Estado.
Las familias cometen el grave error de no conversar con hijos e hijas sobre las drogas ni sobre lo que ellos están viviendo en su contexto social sin escandalizarse. Las familias se escandalizan y reprimen a sus hijos e hijas, lo que genera más apego a las prácticas de consumo y a buscar apoyo en grupos de amigos y amigas o en parejas, que a veces consumen también.
Las sustancias psicoactivas y el alcohol tienen una alta conexión con la recreación, el placer y el sexo. La ausencia de orientación y alternativas de recreación sin estos componentes en la infancia y adolescencia atrae más.
La presencia de un machismo asociado al consumo de alcohol en el que muchos hombres fomentan que sus hijos desde su niñez consuman favorece el paso a las drogas. Ambas sustancias tienen motivaciones similares, búsqueda de aceptación en grupo de pares, asociación entre diversión-consumo y consumo-mayor placer sexual.
Familias y centros educativos no cuentan con herramientas para ofrecer orientación, acompañamiento, prevención. La prevención ante el consumo de drogas y alcohol no se ofrece como parte del currículo educativo ni está sustentada en un estudio profundo de sus causas.
El Estado, los gobiernos locales, el sistema educativo, los medios de comunicación y los grupos empresariales deben invertir en la prevención y rehabilitación del consumo desde políticas sociales y de salud pública.