Contabilidad creativa al estilo venezolano

Contabilidad creativa al estilo venezolano

POR JOHN DIZARD
Financial Times
A veces, ir contra el sentir del mercado funciona. En enero del año pasado escribí que los bonos emitidos por PDVSA Finance, una subsidiaria de la compañía petrolera estatal de Venezuela, iban a resultar dinero bueno y, a 1000 puntos básicos sobre la curva del Tesoro de Estados Unidos, un gran valor.

No todo el mundo pensó lo mismo porque, ¿qué hay con la huelga de los trabajadores petroleros, las turbas, y los intercambios de disparos? De ahí el bajo precio. Pero yo creía que la seguridad que le ofrecieron a los tenedores de esos bonos, por sus reclamos de los recibos escamoteados de las ventas de petróleo de PDVSA en EEUU, mitigarían el riesgo político.

Entonces, la emisión más grande de bonos de PDVSA Finance, el cupón de 8.5%, la serie de US$500.00 con maduración en 2012, se negociaba a poco más de 72 centavos de dólar. Con algunas excepciones, PDVSA los volvió a comprar por 104 centavos de dólar, además de la mayor parte de otros US$2,5 millardos de bonos pendientes (más una emisión de 88,4 millones de euros) en un negocio que cerró el 16 de julio. El dinero se pagó el 2 de agosto. No es un retorno malo para 18 meses. 

La lección que hay que extraer no es que Venezuela vaya a continuar siendo tiernamente solícita con los intereses de los acreedores internacionales. Todo lo contrario. La recompra de PDVSA Finance representa un descuento impuesto unilateralmente a lo que los tenedores de bonos debieron haber recibido y una advertencia de que el mayor ganador de Venezuela no tiene que pasarle información a los mercados extranjeros, y además, que tiene menos límites gracias a la capacidad de sus amos políticos para desviar fondos para sus usos propios.

Mientras que PDVSA tiene pocos bonos pendientes y no es probable que los tenga durante mucho tiempo, el estado venezolano tiene más de US$27 millardos de deuda externa, y esa cifra se incrementará en un neto de US$700 millones durante el transcurso de 2004.

Este domingo tendrá lugar un referendo sobre el mandato del presidente Hugo Chávez. El dinero apostado, si es que existe algo así en la política venezolana, dice que ganará. “Esto significa que Chávez tendrá el control total sobre las cortes, PDVSA, el ejército y el resto del gobierno”, dice un operador político. “¿Y quién sabe cuándo cualquier oposición tendrá de nuevo alguna fuerza?”

Chávez dijo que él va a emplear una parte del creciente ingreso por el petróleo en el desarrollo de proyectos sociales, pobremente definidos.

Con precios por encima de los US$40 el barril, un observador ocasional pudiera pensar que eso es un objetivo fácilmente alcanzable. Sin embargo, una gran parte del petróleo venezolano es muy viscoso y requiere mucho procesamiento adicional para convertirlo en un producto útil. Eso significa que PDVSA necesita incurrir en grandes gastos de capital, al menos de USD$3 millardos al año, solamente para mantener la producción, por no mencionar cualquier expansión.

Gracias a la creativa política de Venezuela y a una todavía más creativa norma de contabilidad, PDVSA solo podría pedir prestado para gastos de capital sobre una base segura. Por tanto, los recibos de la venta de petróleo a las mayores refinerías de EEUU tienen que pasar a través de la cuenta de las Islas Caimán. Y más aún, PDVSA tiene que registrar sus hojas de balance y declaraciones de ingresos con la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de EEUU, que haría lento, si no es que detiene, el desvío de fondos a destinos que no son informados. Estos destinos pudieran incluir las cuentas individuales de personas conectadas con el gobierno de Chávez. Con el pago de los bonos de PDVSA Finance, se eliminan esas restricciones.

Lo que hace más cuestionable todavía la recompra de PDVSA Finance es que representa papel que está siendo retirado con tasas de interés en el rango de 6.25% a 9.25%, y es sustituído, por ejemplo, con una emisión en marzo de US$1,5 millardos de bonos globales de Venezuela con tasas de interés de 10%. Es cierto que uno es para el gobierno y el otro para la compañía petrolera, pero ambos son ampliamente sustituibles. También pudiera preguntarse, ¿por qué el mismo bono de más de US$2,5 millardos no pudo comprometerse a los gastos de capital de PDVSA, que al final, produciría aún más dinero para esos programas sociales?

Sin embargo, como señala Pablo Goldberg, un analista de Merril Lynch: “Ellos no están gastando el mínimo que necesitan en gastos de capital, porque con el despido de los empleados de PDVSA [que fueron a la huelga], les resulta difícil ejecutar los proyectos. También podrían importar la mano de obra, pero no lo han hecho”.

Los tenedores de bonos que acudieron a la oferta de PDVSA Finance pudieran haber sido inducidos a hacerlo después de leer las “salidas de consenso”, que supuestamente revocan varios de los informes claves y demandas de cualquier tenedor de bonos. Los que no ofertaron sus bonos -menos del 5% de los bonos pendientes- cuentan con abogados asistidos de varios ayudantes que creen que las “salidas” van a ser revocadas por los tribunales de EEUU. Y también uerían el precio “total” para sus bonos, que es lo que se les prometió por cualquier redención en los documentos de la oferta inicial. Estos precios “totales” oscilan entre 3% y 40% por encima del precio que ofreció PDVSA.

“Creo que ellos van a hacer ofertas por nuestros bonos cualquier tranquilo, antes que termine el año, digamos el 24 de diciembre”, dice un tenedor de bonos de PDVSA. “De esa manera, ellos esperan que la gente que acudió en julio no note cuánto le sacaron”.

Y cuando los precios del petróleo bajen, PDVSA tendrá todavía menos acceso a los mercados de capital del que necesita para mantener su producción en marcha.

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TRADUCCION: Iván Pérez Carrión

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