Contaminación Acústica:
Un daño irreparable

Contaminación Acústica:<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2007/03/ECC30B32-2CD8-4267-B07A-656B03F2869F.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=348><noscript><img
style=

POR RAMÓN A. LÓPEZ
En estos días  en que recién finalizan grandes celebraciones de los principales carnavales en las diferentes ciudades de nuestro país, trae muchas preocupaciones  la enorme cantidad de sonidos  y ruidos que a la sazón de entrar en un mundo de festividades, con el pretexto de lo cultural, provocan perjuicios al estado de salud de  sus habitantes, siendo muchos de estos daños irreparables.

No sólo se afecta a la audición y la psíquis de muchos de los participantes activos, sino también a los integrantes “pasivos’ o  aquellos a los que se les somete a una “celebración forzosa”  porque ubican  los equipos  de sonidos y altoparlantes en las aceras de las casas de familias donde viven personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, niños y adolescentes, quienes según nuestra Ley General de Salud, en su artículo 31 y sus acápites, hace el mandato para que se le ofrezcan a ellos las atenciones fundamentales para la protección de la salud y la prevención de la enfermedades. Estos deben ser protegidos porque  legal, ética y moralmente se les reconoce  pertenecer a  grupos prioritarios, por ser vulnerables, condición esta compartida por todos. Es responsabilidad del Estado y sus instituciones, conjuntamente con la sociedad civil, enfrentar con entereza la contaminación acústica que nos arropa, no sólo en los tiempos de carnaval. A diario vemos como no se respetan los hospitales, escuelas, iglesias y funerarias con los anuncios publicitarios con altos decibeles.

Apoyamos la celebración de nuestros carnavales, pero sin contaminar nuestro ambiente.

El sonido o los ruidos, son medidos en decibeles (dB). La  clasificación hecha por el Instituto Nacional de la Sordera y otros trastornos de la Audición y de los Institutos Nacionales de la Salud en los Estados Unidos nos permite comparar algunos sonidos y exposiciones comunes y la relación de estos con el potencial daño de la audición. Los  niveles con capacidad auditiva cómodos son cuando menos  de 60 dB. Estos niveles lo podemos encontrar en una conversación normal y una oficina tranquila que llegan de 50-65 dB.  Entre 70-84 dB ya comienza a molestar. A la cantidad de 85 dB se comienza a dañar la capacidad auditiva después de ocho horas de exposición. En este grupo podemos señalar que una motocicleta a la distancia de 25 pies tiene unos 88dB y un tractor agrícola, un camión de basura y una mezcladora, tienen unos 98dB. Debemos mencionar que no se recomiendan más de 15 minutos de exposición sin protección para los sonidos entre 90-100 dB.

Una exposición regular al sonido de más de 100 dB por más de un minuto, puede provocar pérdida de la audición permanente. Un taladro neumático y un martillo picador tienen unos  105 dB. 

Es importante resaltar que un equipo estereofónico o de música de más de 100 vatios tiene unos 110-125 dB. El umbral o inicio de la sensación  y del dolor empiezan alrededor de 120 y 125 dBs respectivamente. Una discoteca y un equipo de música  portátil tienen alrededor de 120 dB. Los conciertos de rock varían de 110-140 dB. Nos llama la atención que un equipo de música de alto sonido en automóviles tiene unos 145 dB.

Conclusiones

Debemos  crear conciencia sobre los niveles  de ruido de los diferentes sonidos. Nos indignó   el ver como los padres, queremos creer que por desconocimiento, y no  por irresponsabilidad, llevan hasta los  recién nacidos a los carnavales y pasan  por frente de las bocinas de equipos estereofónicos de alto sonido que deben sobrepasar los 200 dB. Eso lo observamos  recientemente en nuestro carnaval de Moca, aunque no es exclusivo.

Las consecuencias no sólo se limitan a los problemas en la audición, son múltiples los efectos psicopatológicos que a más de 60 dBa podemos padecer. Entre estos se encuentran la dilatación de las pupilas y parpadeo acelerado; agitación respiratoria, aceleración del pulso y taquicardias; aumento de la presión arterial y dolor de cabeza. Disminución de la irrigación sanguínea y mayor actividad muscular provocando que los músculos se pongan tensos y dolorosos, sobre todo en el cuello y en las espaldas.

Por encima de 85 dBa hay disminución de la secreción gástrica, gastritis y colitis; aumento del colesterol y los triglicéridos. En enfermos con problemas cardiovasculares, de arteriosclerósis o coronarios, los ruidos fuertes y súbitos pueden llegar a causar hasta un infarto o ataque del corazón.  Estos mismos decibeles también aumentan la glucosa o azúcar en la sangre.

Entre los múltiples efectos psicológicos podemos mencionar insomnio y dificultad para conciliar el sueño; fatiga, causa de muchos de nuestros cansancios; estrés por el aumento de la adrenalina; depresión y ansiedad; irritabilidad y agresividad y luego nos preguntamos por qué hay tanta violencia. Aislamiento social y falta de deseo sexual o inhibición sexual son otras de los tantos efectos sicológicos que provocan. Dejamos a la consideración de ustedes, de las autoridades de turno, los profesionales de la salud y las instituciones organizadas  y les invitamos para que juntos iniciemos una Cruzada en Contra de la Contaminación Acústica de nuestros pueblos.

El autor es Presidente y Director Ejecutivo de la Fundación Sol Naciente.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas