Cuando hacemos las cuentas, la cantidad total de microfibras sintéticas que se depositan en el ambiente por el lavado de ropa que hacemos es una cantidad asombrosa.
Científicos estadounidenses calcularon que 5,6 millones de toneladas es la cantidad de desechos generada desde que comenzamos a usar prendas de poliéster y nailon de forma masiva en la década de 1950.
Es probable que poco más de la mitad de esta masa, 2,9 millones de toneladas, haya terminado en nuestros ríos y mares.
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Eso es el equivalente a 7.000 millones de chaquetas de lana, dicen los investigadores.
Pero mientras nos preocupamos por la contaminación del agua (y con razón), la afectación es cada vez mayor en la tierra por este problema de la «pelusa» sintética.
El equipo de la Universidad de California en Santa Bárbara (UCSB) que hizo los cálculos encontró que las emisiones al medio ambiente terrestre ahora han superado a las de los cuerpos de agua: 176.500 toneladas al año frente a 167.000.
¿La razón? Los trabajos de tratamiento de aguas residuales se han vuelto muy buenos en atrapar las fibras perdidas de las lavadoras.
Lo que sucede es que esas fibras capturadas, junto con el lodo biosólido, se aplican luego a las tierras de cultivo. O simplemente se entierran en vertederos.
«Escucho a la gente decir que el problema de la microfibra sintética del lavado de ropa se solucionará a medida que las obras de tratamiento de aguas residuales se generalicen en todo el mundo y sean más eficientes. Pero en realidad lo que estamos haciendo es mover el problema de un sector ambiental a otro», dijo a la BBC Roland Geyer, de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental de UCSB.
¿Qué dicen los cálculos?
Geyer, en colaboración con otros expertos, ha calculado previamente la cantidad total histórica de plásticos vírgenes producidos (8.300 millones de toneladas); así como el flujo anual de plásticos hacia los océanos (aproximadamente ocho millones de toneladas al año).
Estos tipos de cálculos son increíblemente complicados, pues involucran modelos y necesariamente recurren a bastantes suposiciones para cubrir las lagunas de datos del mundo real.
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No pueden ser absolutos al describir los problemas, pero al menos proporcionan algunas estimaciones aproximadas sobre las cuales se pueden dar conversaciones serias sobre mitigación.
Aproximadamente el 14% de todo el plástico se utiliza para fabricar fibras sintéticas, principalmente para las prendas de vestir. Cuando éstas se lavan, arrojan pequeñas hebras que son mucho más delgadas que un cabello humano.
En su informe recién publicado en la revista PLoS, el equipo de UCSB intentó calcular cuánta ropa sintética se había producido en los últimos 65 años, cómo se ha utilizado y cómo se ha limpiado.
Hay que considerar la complejidad de tal cálculo. Por ejemplo, cuántas personas en todo el mundo tienen acceso a lavadoras y cuántas todavía lavan a mano, así como cuántas de esas lavadoras son de carga frontal y cuántas de carga superior.
Los diferentes métodos (y detergentes) arrojarán diferentes cantidades de fibras.
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También sabemos que las paletas giratorias en las lavadoras de carga superior aplican mucha presión mecánica a las prendas y, por lo tanto, se consideran como grandes liberadoras de microfibras.
Y hay que pensar por un momento cuántas de las prendas en el guardarropa de una persona se usan de manera rutinaria (y por lo tanto se limpian) y cuántas permanecen en el estante y rara vez salen a la calle.
Es casi seguro que esa vieja chaqueta favorita tendrá mucha más acción que el saco y la corbata de oficina. Se cree que una cuarta parte o más de la ropa de una persona probablemente no se usa en absoluto o solo con muy, muy poca frecuencia.
Cuando el equipo de la UCSB realizó su análisis de todas estas variables, el número que surgió para la masa total de microfibras sintéticas emitidas por el lavado de ropa entre 1950 y 2016 fue de 5,6 millones de toneladas.
Sin embargo, la mitad de esta cantidad se liberó solo en la última década. Esto es en parte una consecuencia, por supuesto, de nuestro creciente gusto por coleccionar ropa.
En 1990, dicen los investigadores, el volumen medio mundial de prendas per cápita era de 8 kg. Para 2016 era 26 kg.
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Como se mencionó anteriormente, cada vez más esas fibras desprendidas por el lavado terminan en entornos terrestres. Y la mejora de la disponibilidad de la infraestructura moderna de tratamiento de aguas residuales solo ha acentuado esta tendencia.
«Es poco probable que la eliminación a gran escala de microfibras del medio ambiente sea técnicamente factible o económicamente viable, por lo que el enfoque debe estar en la prevención de emisiones«, dijo Jenna Gavigan, de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental y autora principal del artículo de PLoS.
«Dado que las plantas de tratamiento de aguas residuales no necesariamente reducen las emisiones al medio ambiente, nuestro enfoque debe estar en reducir las emisiones antes de que ingresen al flujo de aguas residuales», señaló.
Esto significa un conjunto de soluciones, comentó Jamie Woodward, del Departamento de Geografía de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y cuyo grupo fue el primero en demostrar que los ríos de su país podrían estar muy contaminados con microplásticos.
Estas soluciones incluyen reducir el uso de las lavadoras, diseñar filtros más eficientes en las máquinas y desarrollar un mejor tratamiento de aguas residuales.
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«Las microfibras representan un desafío particular porque se escapan de las plantas de tratamiento de aguas residuales en billones, incluso con un tratamiento avanzado», explicó.
«Sabemos que los microplásticos han estado en el medio ambiente durante décadas, pero aún no sabemos cuál podría ser un nivel ambientalmente aceptable de contaminación por microplásticos en cualquier entorno», continuó.
«Esto subraya la importancia de la investigación dirigida a comprender mejor el impacto ecológico de microfibras, tanto en ambientes terrestres como acuáticos. La contaminación por microplásticos es un hecho de la vida moderna, está aquí para quedarse y solo estamos comenzando a ver las consecuencias».
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Woodward agregó: «Las fibras naturales como la lana y el algodón han estado presentes en nuestros ríos y mares en concentraciones significativas desde la Revolución Industrial. La durabilidad de las fibras sintéticas significa que estarán en el medio natural durante mucho tiempo y pueden ser recicladas de sedimentos tratados que llegan a ríos y, en última instancia, al océano».