Contaminación por ruido

Contaminación por ruido

La República Dominicana tiene niveles insoportables de contaminación por ruido, y cada ciudadano se siente en el derecho de producirlos impunemente. Los vendedores de música promueven sus selecciones con altoparlantes en las aceras. Otros tratan de sobresalir instalando en sus vehículos poderosos equipos de sonido y circulan con ellos a todo volumen o se estacionan en grupos para competir en bulla. No hay respeto por las normas que prohiben la eliminación de los silenciadores que traen de fábrica los vehículos y cualquier vecino se siente en libertad de escuchar música a todo nivel aunque perturbe el sueño de los demás.

 Los colmadones y negocios similares son otra fuente de contaminación sonora y de ocupación insolente de los espacios comunes. Las autoridades han anunciado que actuarán contra los ruidos innecesarios, pero todo se ha quedado en el anuncio. Hay avenidas en las que la contaminación sonora supera los decibelios tolerados por el oído y el sistema nervioso de los seres humanos. El ruido es productor de enfermedades y molestias y en nuestro país se ha convertido en un verdadero problema de salud pública. Vendedores de chucherías y víveres se sienten en libertad de promover sus productos con altoparlantes instalados en sus camiones y camionetas. Tenemos demasiado fuentes de ruido impune y es preciso que se actúe en consecuencia.

El otro frente de lucha antidrogas

La rehabilitación de adictos a drogas es una fase importante de la lucha antinarcóticos, pero en nuestro país las entidades que se especializan en esa tarea padecen falta de apoyo oficial. Aunque por  ley se estipula que una proporción de los bienes decomisados en operaciones antinarco debe destinarse a dar soporte a este tipo de entidades, no se cumple lo que ordena la ley. Cada persona   liberada de una adicción, es un triunfo en la lucha contra las drogas.

Debido a que el narcotráfico paga en especie los servicios de trasiego, en el país ha ido creciendo un mercado de oferta de drogas y lo mismo pasa con la demanda. Muchos jóvenes son empleados como mulas y operadores de puntos, y muchos otros son consumidores que incurren en toda clase de actos reñidos con la ley para poder mantener el vicio. En esa vertiente del problema, la rehabilitación es de vital importancia. Hay que dar soporte suficiente a esta fase de la guerra antinarcóticos.

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