Contingencias

Contingencias

Una secuencia de acontecimientos nos indica que el país debe proveerse de un instrumento que le permita manejar contingencias de gran impacto social, como son los desastres naturales y de otras índoles.

Ese instrumento debe tener entre sus prioridades fundamentales proveer respuestas adecuadas y rápidas para que la condición del damnificado no se prolongue más allá de lo razonable y prudente. La presteza en la respuesta evitará, por un lado, que los políticos le saquen capital a las penurias humanas y que se produzcan, como ocurre frecuentemente, situaciones en que falsos damnificados traten de obtener ventajas y beneficios.

En 1979, dos meteoros provocaron gran daño en este país: el huracán David y la tormenta Federico. La devastación causada por los vientos y las inundaciones provocó enormes pérdidas económicas y dejó una nómina considerablemente alta de damnificados. Es asombroso como más de una década después de esas ocurrencias había gente que reclamaba la condición de damnificado, tratando de obtener algún tipo de reparación o ventaja. Esto sólo puede ser posible cuando no se dan respuestas adecuadas y rápidas al problema social que generan ciertos fenómenos naturales, como es el caso de las inundaciones, los huracanes y terremotos.

A pesar de que tras el paso del huracán George´s hubo una respuesta menos retardada que cuando David y Federico, la misma no respondió a un esquema previsto y trajo inconvenientes que todos conocemos.

-II-

En la fase primaria de un desastre cualquiera, los equipos de socorro son los llamados a enfrentar todas las contingencias habidas y por haber para propiciar el rescate y protección de personas y la asistencia a los afectados o damnificados. Es lo que ha estado haciendo la Comisión Nacional de Emergencia ante la tragedia de Jimaní.

Pero las secuelas humanas dejadas por el desastre se proyectan más allá de lo que compete a los grupos de socorro integrados en esa comisión. En el caso de Jimaní hay que empezar a crear infraestructura de servicio y establecer las respuestas que deben recibir los damnificados en términos de alojamiento, fuentes de trabajo, escuelas, apoyo sicológico para quienes hayan perdido familiares, adopciones de huérfanos y así por el estilo. Actualmente no hay estructurado un equipo cuya especialidad sea diseñar cada una de estas respuestas, cuantificar sus costos y ponerlas en manos de un fondo de contingencia para fines de ejecución.

Es necesario que la experiencia acumulada en términos de desastres naturales y sus secuelas sociales nos permitan ir estructurando un equipo de trabajo que pueda diseñar planes maestros de respuestas para los casos de terremotos, ciclones, inundaciones y otras causas de desastre.

Ya existe una Comisión Nacional de Emergencia cuyo trabajo debe enorgullecernos, porque ha sabido dar las respuestas adecuadas y oportunas en los momentos que más se ha necesitado. Falta estructurar un equipo de trabajo con el mismo vigor y preparación para contrarrestar efectos y secuelas de las tragedias a mediano y largo plazos. Tomemos Jimaní como parámetro de referencia para empezar a diseñar este equipo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas