PUERTO PRINCIPE (AP) _ Las fuerzas de paz de las Naciones Unidas patrullaron el viernes en vehículos blindados las calles semidesiertas de esta capital haitiana, donde las tiendas permanecieron cerradas por el temor de nuevos actos de violencia con motivo del décimo aniversario del regreso del primer exilio del presidente derrocado Jean Bertrand Aristide.

   Los seguidores de Aristide quemaron neumáticos y erigieron barricadas en las calles de Bel Air, un barrio pobre donde prevalecen los partidarios del presidente destituido. Residentes del lugar dijeron que se escucharon disparos ocasionales.

   Los partidarios de Aristide exigen el regreso a este país caribeño del político exiliado en Sudáfrica, al tiempo que conmemoran su vuelta al poder en 1994 gracias a la intervención de unos 20.000 soldados estadounidenses que pusieron fin a tres años de brutal gobierno militar.

   Los hombres de negocio dispusieron un «día de protesta contra el terrorismo»» tras dos semanas de tiroteos y decapitaciones que han dejado un balance de por lo menos 48 muertos. Muchos haitianos observaron la protesta permaneciendo en sus casas, al tiempo que muchas tiendas, bancos y gasolineras cerraban sus puertas.

   La policía vigilaba las intersecciones.

   En este décimo aniversario, la seguridad en Haití es mantenida por las fuerzas de paz de las Naciones Unidas que sustituyeron a los infantes de marina estadounidenses llegados aquí el 29 de febrero, el día que Aristide huyó de una rebelión encabezada por antiguos soldados del ejército que lo derrocó en 1991 y que luego él mismo disolvió en 1995.

   Estados Unidos exhortó a que todo el personal no esencial de su embajada en Puerto Príncipe y sus familiares abandonen el país. La misión diplomática fue cerrada el viernes. El Departamento de Estado también refrendó el jueves su advertencia para que los estadounidenses eviten viajar a Haití, señalando que desplazarse dentro de la capital y fuera de ella puede ser peligroso porque la policía no es efectiva y las fuerzas de paz no están distribuidas en todas partes.

   Advirtió sobre «la posibilidad de saqueos; la presencia de bloqueos intermitentes en los caminos por pandillas armadas o por la policía; y la posibilidad de delitos violentos, incluyendo secuestros, robo de automóviles y asaltos»».

   Con menos de la mitad de los 8.000 soldados prometidos, las fuerzas de paz encabezadas por Brasil no alcanzan a vigilar toda esta nación de ocho millones de personas, y grupos de antiguos soldados continúan dominando gran parte de las zonas rurales.

   El canciller brasileño Celso Amorim dijo que la fuerza necesita refuerzos urgentemente. «Tenemos 3.200 (soldados), y nos faltan muchos»», dijo el jueves a la prensa en Brasilia. Se espera que este mes lleguen 200 marineros españoles y China ha prometido 130 policías entrenados para controlar motines.