Contra el populismo

Contra el populismo

Lo cierto es, como dice Lasalle, el capitalismo de hoy, las grandes diferencias entre los que tienen mucho y la gran mayoría que no tiene nada, ha provocado que estos líderes encuentren apoyo en esta gente marginada.

“La esperanza siempre lleva más lejos que el miedo…”
Un estremecimiento sombrío recorre la superficie de occidente bajo el nombre de “populismo”. De norte a sur, de este a oeste, avanza sobre la piel de la democracia minando su crédito y legitimidad. No se sabe cómo, pero se ha extendido sin apenas réplicas. Al principio fue una anécdota, después adquirió carta de naturaleza en las urnas y ahora amenaza con aposentarse en el poder de forma generalizada, aupado por el tsunami de los votos. A su paso se han roto tabúes y cruzado líneas rojas que se creían infranqueables. Ha logrado incluso cuestionar los fundamentos de los consensos cívicos que sustentan la paz (…). Tras su arremetida todo se ha puesto en duda. Ninguna de las instituciones que han defendido la cultura jurídica de la civilización liberal desde las llamadas revoluciones atlánticas hasta nuestros días está a salvo. José María Lasalle[i]

La situación política de algunos países de América Latina me ha provocado todo género de sentimientos: perplejidad, tristeza, desesperanza, preocupación… Ver al pueblo venezolano tirarse a las calles, ser testigo de los intentos de la oposición por derrocar a Maduro, pero, sobre todo, sorprenderme hasta la incredulidad más profunda, que este hombre sin formación alguna, haya podido permanecer en el poder con una crisis económica, social y política tan catastróficamente grande en Venezuela, me ha obligado a hacerme preguntas. Lo cierto es, como dice Lasalle, el capitalismo de hoy, las grandes diferencias entre los que tienen mucho y la gran mayoría que no tiene nada, ha provocado que estos líderes encuentren apoyo en esta gente marginada.
Otro caso que está llamando la atención es la del presidente AMLO, Andrés Manuel López Obrador, el flamante jefe de Estado mexicano. Su populismo ha llegado tan lejos que pidió a España que le pidiera perdón por el triste maltrato a los indígenas durante la conquista y colonización en los siglos XV y XVI. Peor aún, y así me contaban unos amigos mexicanos, su discurso es tan incoherente que intenta aplicar medidas para favorecer a la mayoría de la población, sin embargo, ha reducido en la práctica la inversión en educación y salud. Populista pero centralizador y autoritario. El nuevo presidente es capaz de contradecir a sus ministros y funcionarios de manera pública. Tan fuerte han sido las desautorizaciones públicas que ya han renunciado varios de sus colaboradores.
Me decía un amigo que no había diferencia alguna entre las políticas y medidas atropellantes de López Obrador y Trump. Ambos se aferran a valores del pasado; ambos desconocen la institucionalidad; ambos han tenido serias dificultades con sus colaboradores porque quieren seres sumisos que se atengan a sus humores del momento; ambos son primarios, reactivos, incapaces de reflexionar antes de emitir una opinión; y, lo peor de todo, ambos tienen seguidores que creen ciegamente en ellos, a pesar de sus excentricidades y de sus decisiones erráticas.
Por azar, mi esposo Rafael y yo, localizamos un pequeño libro escrito por el profesor español José María Lasalle titulado “Contra el populismo”, con un subtítulo muy provocador: “Cartografía de un totalitarismo posmoderno”. Un pequeño libro, que saca a la luz un debate actual y preocupante de las democracias occidentales. Para Lasalle, el populismo está calando profundamente en Europa y América Latina, y lo peor es que está minando las bases de sustentación del sistema democrático, pues está debilitando sus instituciones y sus bases jurídicas. Para el autor, el populismo de derecha y de izquierda son iguales, e incluso no establece diferencia alguna en materia ideológica. En sus palabras:
“El populismo actual plantea un modelo de democracia alternativa. Niega los patrones institucionales, representativos y legales del modelo vigente y, al mismo tiempo, ofrece otro que apela directamente a la gente para sobredimensionar la esencia popular de la democracia. (…) El objetivo final del populismo es conquistar y preservar el poder al precio institucional que sea.” P. 13
Un elemento importante es que Lasalle sostiene que el populismo apela al pueblo no como sujeto, sino como víctima. Es, según sus palabras, “el depositario de un derecho a la venganza” (p.14), pues ha sido sistemáticamente atropellado y excluido. El líder que emerge con ese discurso asume una postura mesiánica, que está por encima del bien, del mal y de las leyes. Con este discurso, justifica sus acciones sobre la base de que ese nuevo clientelismo permitiría la sanación de esas heridas históricas.

“El populismo tiene una vocación regeneradora abrasiva. Quiere regenerar el tejido comunitario necrosada por el legalismo y los controles institucionales arrancándolos de raíz. Busca así devolver al pueblo su protagonismo mayestático. Para ello, el líder actúa directamente en su nombre y apela a él su necesidad de intermediarios.” (p. 15)

Lo cierto es, como dice Lasalle, el capitalismo de hoy, las grandes diferencias entre los que tienen mucho y la gran mayoría que no tiene nada, ha provocado que estos líderes encuentren apoyo en esta gente marginada. Esta proletarización masiva, dice, en el que la clase media ha perdido cada vez más su poder, ha “abierto las puertas a un infierno” (p.48).
Estos “líderes mesiánicos”, fortalecidos por ese descontento masivo de seres que se sienten despojados cada vez más de los beneficios sociales, sustentan su carisma en un discurso vacío, emotivo y anti- institucional. Su propósito es minar los fundamentos y la legitimidad del Estado y muy especialmente la institucionalidad democrática.
El mundo está hoy en un verdadero callejón sin salida. Venezuela saldrá en algún momento de su crisis, pero durará más de 50 años para recuperarse. Mientras, en Europa la ultraderecha nacionalista gana espacio para combatir a la migración que llega de los mismos lugares que sus imperios atropellaron. México, con apenas unos meses del nuevo gobierno, ha generado protestas. Lo peor es que sus medidas están atropellando a quienes en su discurso dicen defender.
Estamos ante un gran fenómeno político que nos obliga a repensar muchas cosas. Sin embargo, yo defiendo que la democracia y el Estado de Derecho, es lo único que nos queda por defender. Dios nos guarde confesados. Amén.

 

[i] José María Lasalle, Contra el populismo,
Barcelona, Grupo Editorial S.A.U., 2017, p.11

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