La pobreza tiene aristas aún no atacadas en nuestro país, y es reconfortante que haya llegado el momento de apuntar la mira hacia esos flancos. El hambre extrema de mucha gente en nuestro país no está definida necesariamente por falta de acceso a alimentos, sino por falta de consumo de calidad. Y en ese punto es interesante el proyecto que impulsa el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, y que obligaría a que en el país se fortifique con nutrientes adicionales alimentos de alto consumo como el arroz.
El programa tiene también un capítulo enfocado hacia los alimentos de alto contenido de azúcar, que están entre los principales causantes de obesidad en la población. Hay diseñadas medidas especiales, algunas de ellas fiscales, para tratar de que estos ayuden a financiar la parte que corresponde a la fortificación de los alimentos de alto consumo, como es el caso del arroz. Con estas disposiciones se atacaría simultáneamente dos flancos de la pobreza y se mejoraría la calidad de vida de una parte importante de la población.
Atacar la pobreza y la desnutrición siempre deberá tener un enfoque sobre la calidad de los alimentos que consume la población, y el programa que nos inspira parece llenar con creces esos propósitos. La calidad de vida debe ser siempre un parámetro a cuidar en las políticas públicas.

El no absoluto y el derecho de vida

Una buena parte de la sociedad espera que haya sensatez en el Congreso, y que los diputados deshagan el no absoluto con el que los senadores sepultan el derecho a la vida de la embarazada en circunstancias especialmente dramáticas y difíciles. Que revaliden las observaciones del Poder Ejecutivo que proponen ámbitos en los que el Código Penal debería permitir el aborto.
Como parte de la sociedad, el Colegio Médico Dominicano y la Asociación Nacional de Clínicas Privadas todavía abogan porque se deshaga la prohibición que amenaza con mandar a prisión a médicos, enfermeras y hasta camilleros vinculados a cualquier aborto, aún tenga por objetivo salvar la vida de la madre o deshacer la ignominia de una violación o incesto. Lo que se pide a los diputados es una independencia que los blinde contra la presión del dogma.