Contra viento y marea

Contra viento y marea

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La Iglesia católica es una institución cristiana cuyo crecimiento ha sido posible luego de sortear todas las dificultades y obstáculos colocados en su camino por seguidores de otras religiones y hasta cristianos no católicos.
Los dardos de las flechas anticatólicas han intentado hacer oscurecer el sol, suplantar la luz, pero no les ha sido posible debido a la fe que concitan la historia de Jesucristo y la palabra contenida en la Biblia, el libro más publicado, en todos los idiomas, a lo largo de la historia.
Desde siempre, por ser una institución guiada por humanos, en la Iglesia Católica hubo sacerdotes que violaron las reglas de la institución, cedieron a la tentación de la carne, que no es mala si está bien encaminada, pero que su propio juramento les tiene vedado.
Cuando leí Flor de Fango, del escritor colombiano José María Vargas Vila, ya sabía que el padre Mejía, párroco de El Seibo en la década de 1940, tenía más de un hijo a quienes, por su condición de sacerdote, no reconocía como tales.
Flor de Fango (cito de memoria) es la historia de una joven inocente a quien, entre un cacique de pueblo y el sacerdote de turno, le hacen la vida imposible porque se niega a complacer sus apetencias sexuales y ejercen todo el poder que tienen, comenzando por el manejo de la percepción y la sicología del rumor, para condenar a la joven virgen de gran belleza. La fuerza de los fuertes convierte a la joven en una perfecta desacreditada, debido a su resistencia a ser usada sexualmente en contra de su deseo.
Vargas Vila escribió en el siglo XIX y su vida está marcada, como el título de una de sus célebres obras: “Verbo de admonición y de combate” y por ello fue excomulgado por la Iglesia Católica, cuando levantó pústulas putrefactas y malolientes.
La ola de frecuentes denuncias de acoso sexual de parte de curas pederastas y sodomitas data de unos 30 años y crece por comprobadas muestras de abusos de toda índole, pero esa no es la política de la Iglesia Católica.
La política de la iglesia ha sido la condena, aunque se cometió el error de aplicar el silencio a los castigos a que sometía a los sacerdotes que rompían las reglas. Esa conducta no necesariamente era una muestra de aprobación, sino una forma de resolver el problema dentro de los castigos que imponen los códigos de conducta que rigen para el sacerdocio. Craso error.
La burbuja de agua caliente salió de la olla en el mundo entero, hasta que el papa Francisco comenzó a ejercer, sin alborotos, la justicia cónsona con su rango, ello permite pedir apoyo para el Papa en su labor de limpieza de la conducta sacerdotal.

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