La Contraloría General de la República, el órgano rector del sistema de control interno y fiscalización del uso de  los   recursos públicos, controla muy mal los  que recibe a través del Presupuesto Nacional. Es la conclusión  a la que se llega luego de leer el reportaje de Odalis Mejía publicado  ayer por este diario utilizando como fuente la página web de la institución, en el que se lee que destinó 3.3 millones de pesos en bonos, a mil pesos cada uno,  para regalarlos en  el  mes de mayo,  sin que se especifique a quienes beneficiaron esos bonos ni bajo cuales criterios se distribuyeron. El hecho de que ese gasto se haya producido en mayo, mes en el que la institución  gastó un total de RD$5,449,300 en “compras menores”, pone a volar la imaginación  de cualquiera, y  no hay que ser muy mal pensado para asociar ese gasto con el pasado proceso electoral, la compra-venta de cédulas, la ”logística” de los compañeritos del partido y    todas las formas y variantes del clientelismo que por aquí practicamos con particular desfachatez y creatividad. Claro está, que sea la Contraloría la institución   que esté promoviendo esa infame práctica sería muy mala noticia, aunque vale aclarar que ya bastante malo es que  gaste el dinero público, el que aportan los contribuyentes con sus impuestos, de manera tan dispendiosa y en puras pendejadas. ¿Cómo explicar los RD$325,000 utilizados en el mes de marzo (ojalá no haya sido para celebrar la llegada  de la primavera) en la compra de  50 arreglos de rosas y lirios? ¿O los RD$43,750 que se utilizaron, ese mismo mes, para la compra de 350 rosas individuales? ¿Y los seis maceteros que costaron RD$48,292? ¿Nueve mil pesos en chocolates el Día de la Amistad? No tengo dudas de que con buena labia y mucha cara dura alguien tratará de  explicar, y hasta justificar,  esas “compras menores”, que en los primeros cinco meses de este año alcanzaron los 22.5 millones de pesos, pero desde ahora le advierto que pierde su tiempo.