Contrapeso
Muchas organizaciones de la sociedad civil lucen perdidas

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Si usted compra arroz y pollo subsidiado en un supermercado y después mete en el carrito queso Gouda, salami Genoa, filetillos de cerdo o Vodka Absolut, entonces el subsidio está mal orientado. Igualmente, si un consumidor de un barrio muy pobre de la capital o de las Matas de Farfán tiene que comprar la misma libra de arroz o de pollo,  tres o cuatro pesos más caros, entonces el subsidio es un fraude.

Si usted financia a los panaderos para abaratar el precio del pan y éstos le reducen su tamaño para venderlo al mismo precio, entonces hablamos de un subsidio retorcido, que es una burla al consumidor.

Si usted le subsidia el gasoil a cierta mafia del transporte, mientras el dueño de una agroindustria, un  tractor o una cosechadora tiene que comprarlo al precio del mercado, entonces el subsidio tiene efectos perversos. 

Si el desayuno escolar implica subsidios de miles de millones para suministrar una leche que es basura pero que se vende como leche, entonces el subsidio es inmoral y solo enriquece unos pendejos a costa de la salud infantil de los más pobres.

Si usted cobra impuestos más altos al Avtur (combustible de aviones) que lo que se cobra en otros destinos turísticos del Caribe, o tasas aeroportuarias por encima de la media, entonces usted está conspirando contra el sector más importante de la economía dominicana.

Si usted subsidia el Gas Licuado de Petróleo y beneficia por igual a la clase pudiente, a los dueños de yipetas, a los transportistas y a la clase pobre, entonces el 75% de ese subsidio se está echando a la basura.

Si usted quiere mantener una nómina de 500 mil empleados públicos, de 200 mil vagos en nominillas o subsidiar a más de 400 mil personas entregando indiscriminadamente Tarjetas de Solidaridad que no llegan a los más pobres, entonces el efecto del subsidio se convierte en una seria amenaza fiscal que termina aumentado la pobreza. 

Si el Gobierno utiliza 40 mil millones de pesos para subsidiar la energía y no puede evitar que muchas empresas se instalen en la zona del PRA para evadir el pago real de su factura, entonces se está botando una cuarta parte ese dinero. Otra cuarta parte se desperdicia con el fraude eléctrico de grandes consumidores, que pagan prebendas para esconder sus fechorías, lo que es típico cuando la distribución la manejan empresas estatales. En tales circunstancias, el 50% de ese subsidio es una aberración.

El problema es que estos temas críticos y candentes, muchos de ellos creados por una reelección descabellada, no aparecen en la mesa de discusión de nadie.  

Con la gran disyuntiva de que el Gobierno se cree lo suficientemente poderoso para manejarse solo y sin ningún contrapeso, ya que muchas organizaciones de la sociedad civil lucen pérdidas, divididas o reprimidas. Y en esas condiciones no hay capacidad de diálogo ni de consenso, sino imposición para continuar con lo absurdo. ¿Cuándo se equilibrarán esas fuerzas?

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