Contrapunto ambidextro

Contrapunto ambidextro

Es relativamente fácil sacar listas de proposiciones para identificar posiciones ideológicas de derecha e izquierda. Es más difícil justificarlas con argumentos lógicos y comprobarlas empíricamente. Veamos la lista particular de Andrés Dauhajre, hijo (“Matemos a los derechistas”, El Caribe, 19 de octubre). El prontuario que en estilo irónico hace dicho autor de las posiciones de los de derecha en el ámbito de la política económica, se señala a continuación acompañada de mis comentarios desde los de izquierda:

1. Defienden la estabilidad macroeconómica. Pero también los de izquierda, pero no con 17% de desempleo de la fuerza de trabajo, una gran desigualdad del ingreso y un alto nivel de pobreza. Estabilidad no significa mantener el status quo.

2. Defienden la autonomía del Banco Central. Los de izquierda ven que la responsabilidad del Estado, en su conjunto, es usar los instrumentos fiscales y monetarios para alcanzar el progreso y bienestar de la población, lo cual se consigue con el pleno empleo y la estabilidad de precios. Si el Banco Central, en aras de perseguir una determinada vía para la estabilidad de precios (metas de inflación), mantiene un alto nivel de desempleo, un sesgo a favor de las importaciones y contra la producción nacional; condiciones solo favorables para especuladores y rentistas y contra trabajadores y empresarios industriales y agrícolas, entonces esa autonomía no es aceptable. El deber del Estado es lograr ambos objetivos, no uno (baja inflación) a costa del otro (pleno empleo).

3. Presupuesto equilibrado. Para la izquierda el presupuesto es un medio más no un fin. El fin es lograr el desarrollo del país, con pleno empleo y estabilidad de precios. El Estado debe manejar la política fiscal (gastar, gravar, comprar, vender, tomar prestado y prestar) para mantener la demanda total al nivel en que se logre el pleno empleo, sin excederse de cierto nivel para evitar presiones inflacionarias. Si eso conlleva déficit o equilibrio presupuestal, eso no es lo relevante, siempre y cuando el financiamiento sea principalmente con recursos internos. Un alto endeudamiento externo puede llevar a perder la soberanía de la política económica nacional.

4. Uso eficiente de los ingresos públicos. La izquierda lo favorece, pero la definición de eficiencia debe incluir la equidad además de la productividad física.

5. Más proporción de inversión que de gasto corriente. Me atrevo a decir que esa es una proposición de izquierda, ya que para lograr el pleno empleo el rol de la inversión pública es fundamental. La diferencia con la practica usual es que en lugar de ésta ser inducida por grupos particulares de intereses o sólo en base a criterios de mercado, debe responder a una planificación a corto y mediano plazo, votada democráticamente con la participación de organizaciones representativas de la comunidad (presupuesto participativo).

6.  Participación de empresarios privados en la contratación de obras publicas. El problema no es si deben participar o no, es el modo como se seleccionan los proyectos y como se asignan. Si se deciden según lo propuesto en el punto anterior y se hace la asignación por subasta competitiva y abierta, hay seguimiento de lo contratado, transparencia y rendición de cuentas, la izquierda no se opone.

7. Economía abierta y competitiva. La izquierda a lo que se opone no es a la apertura sino a aceptar pasivamente las asimetrías que generan un intercambio desigual. No acepta que los países desarrollados (a través de los organismos que controlan) nos impongan condiciones que ellos mismos, en las etapas de auge de su desarrollo, no aplicaron o en la actualidad no aplican. La competitividad de los sistemas de producción es tanto un fenómeno externo (ampliación del mercado, presión de las importaciones) como interno (si no hay inversión en la ampliación y diversificación de la producción, no puede haber competitividad). Tampoco puede desarrollarse el país con una tasa de cambio sobrevaluada, altas tasas de interés real y movimientos irrestrictos de capitales especulativos, como ha llevado al país, en la practica, la autonomía del Banco Central. Secuestrar toda la economía real a los intereses insaciables de los especuladores financieros, no es la visión del desarrollo de la izquierda. Se equivoca quien cree ingenuamente que en la economía internacional no hay oligopolios ni monopolios. Lejos de igualdad de condiciones hay estrategias corporativas y gubernamentales. Haga el ejercicio usted mismo: ¿cuántas empresas de aviones civiles, de automóviles, de computadoras, petroleras, de telecomunicación, de juguetes, etc., controlan el 50%  de sus respectivos mercados? Lo que hay que hacer es acuerdos estratégicos con las transnacionales a favor del interés nacional, como hacen los chinos, taiwaneses, subcoreanos, brasileños, argentinos e hindúes.

8. El modelo eléctrico de integración vertical. La pregunta es ¿ha sido exitosa la privatización eléctrica horizontal? Una evaluación realista demuestra que ha fracasado. ¿Cuál es la garantía de que funciones la privatización vertical por lo menos mejor, en términos de calidad y precio, a como funcionó cuando era un emporio estatal? Este es un tema con muchas aristas, poliédrico, diríamos.

9. Programas de viviendas sociales. También es una propuesta de izquierda, pero no sólo de construcción de viviendas, también de saneamiento barrial, infraestructura vial, etc. En favor de un programa de empleos directos que funcione como un fondo de estabilización de empleo de última instancia (EUI) a un nivel de salario mínimo; la inversión en dicho fondo se ampliaría en la recesión y se achicaría en el auge de la demanda privada.

No sé si los amigos del señor Dauhajre en Latinobarómetro, cuya encuesta arroja unos resultados para nuestro país tan a contrapelo con la tendencia general de la región, son de derecha o izquierda. De mi parte, no confío en ese barómetro para medir las condiciones del tiempo político. Las recetas de los de derecha (monetarismo, liberalización financiera, privatizaciones) ya han sido harto probadas en nuestras latitudes con desastrosas consecuencias (crisis financieras, rescates bancarios con alto costo fiscal, estancamiento de los sectores productivos, incluyendo muchas de las empresas privatizadas). El manifiesto de Dauhajre, encubierto irónicamente, no es más que el viejo y fracasado Consenso de Washington, con un nuevo antifaz. ¿Será que a lo que realmente aspira es a “matar” la izquierda moderada en el PRD? Si es que todavía existe. 

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