Arte San Ramón ha sumado a una sede de decoración refinada y opulenta, una galería sobresaliente con características propias. Recreó su arquitectura interior para presentar arte contemporáneo, ejemplarmente desplegado, alternando exposiciones colectivas e individuales, y varió las generaciones, ¡siendo denominador común la singularidad!
Nos pareció otro avance multiplicar los espacios de exposición y hacer algunos particularmente accesibles, aun próximos a la entrada. Así se presentan las exposiciones de Rafael de Lemos y Diego Sebastián Minaya.
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Cuando dos artistas exponen muy cerca, en este caso un área casi compartida, a menudo se trata de una asociación voluntaria que proviene de los expositores. Ahora no, fue más un asunto de tiempo. Primero, Rafael de Lemos presentó una impresionante muestra, “Cartografías de lo imaginado”, un cuadro portentoso abriendo la exposición, seguido por otras deleitables composiciones, que casi revelaron a un “Rafael de Lemos” desconocido, a pesar de su maestría, sus éxitos, sus años de labor. La inclemencia de las obligaciones no nos permitió escribir. Lo lamentamos, pero la suerte y Arte San Ramón nos han amparado.
Ahora, y por un breve período, expone en el mismo lugar, Diego Sebastián Minaya, joven contemporáneo, que presenta, con una energía alegre, su primera individual de pintura, “Entre sogas”. No solamente ofrece un descubrimiento alentador y obras singulares, sino hace esperar sus próximos hallazgos e investigaciones.
Felizmente, pudimos ver todavía parte de la exposición de Rafael de Lemos, colocada en un espacio contiguo, reflexionar acerca de sus experimentaciones -últimas e imprevistas-, y por supuesto dedicar atención e interés al entusiasmo pictórico de Diego Sebastián Minaya.
Rafael de Lemos
Rafael De Lemos es un artista muy reconocido que debería ser un artista consagrado. Una formación sólida, más de cincuenta años no solo de labor sino de búsquedas coherentes y una producción intensiva. Ciertamente, ha ganado reconocimientos y premios en contextos y certámenes nacionales. Pero, más de una vez, mirando y admirando su obra, pensamos, sobre todo en las Bienales Nacionales, que le hubieran debido otorgar un premio, no una simple selección. Sin embargo, sucede que se prefiera una pretendida innovación y un atrevimiento, a la confirmación de una propuesta, fuerte y significativa, que enriquecerá el arte dominicano.
De Lemos, en opinión nuestra, es más dibujante que pintor -ambas categorías se equivalen-. Sus obras que suelen cubrir el soporte (“all over”) se distinguen por una construcción dinámica –el espacio imponiendo límites-, y por formas extrañas interconectadas que aparentemente brotan de lo imaginario. El es indudablemente un surrealista, pero cuando la mirada se detiene y particulariza el detalle, referencias anatómicas -lo notamos ahora- surgen, crean vínculos y sugieren un dominio hasta naturalista… si su autor quisiera.
Y , en esta exposición, el color ha hecho maravillas en composiciones pequeñas, ligeras, lúdicas, luminosas con un fondo solar. Un surrealismo anatómico, enlaza todos los elementos. Hay un leve parentesco con Iván Tovar, pero son muy personales y rebosantes de buen humor…
Como siempre, disfrutamos – ¡y cuánto! – los “dibujos-pinturas” de Rafael de Lemos.
Diego Sebastián Minaya
Diego Sebastián Minaya, en etapa de término para sus estudios universitarios, presenta su primera exposición individual de pintura. Es casi una primicia que una galería de tanto prestigio promocione a un joven “emergente”, y este privilegio nos agrada. Por otra parte, que Paula Gómez, historiadora del arte de alto nivel, brinde su reconocimiento a Diego Sebastián, significa un voto de confianza muy apreciable y estimula su porvenir.
Es alentador que, para una primera exposición, un artista dos veces contemporáneo -edad y corriente– se dedique a la pintura, y además elija la abstracción, una abstracción gestual y lírica, usualmente calificada en inglés -“dripping” y “action painting”- con el pigmento acrílico derramado directamente sobre la tela. Luego, la experimentación se amplió hasta utilizar aquí café en vez de o con agua. Suponemos que, como Jackson Pollock, Diego trabaja con el lienzo abierto sobre el piso…
Ahora bien, nos interesaron las líneas finísimas y fluyentes entre los “splashes”. Corresponden a las sogas rústicas que Diego Sebastián Minaya dispone, junta y encola, en otros cuadros, introduciendo un elemento a la vez figurativo y artesanal. Otro ejemplo de su temperamento investigador, que incluye la técnica, la estética y el estilo.
Finalmente, nos produjo una muy grata impresión que la arquitectura -su formación profesional- haya comunicado a Diego esta libertad creativa absoluta y no lo haya encerrado en construcciones rigurosas. ¡Que continúe escuchando su inspiración interior y siga adelante!