El gobierno celebra con creces sus propios índices de crecimiento económico hasta alborotar a la gran mayoría del pueblo, porque mientras se ofrecen cifras astronómicas de dicho crecimiento, las grandes mayorías ve como una burla y engaño, dada su precaria situación económica, los niveles de supervivencia, desigualdad e inequidad que sufren diariamente.
Mientras el FMI prevé que la República Dominicana logrará el mayor crecimiento del continente americano, con un alza en su PIB. de 6.4% para el presente año, la deuda externa ronda los 45,000 MM. de dólares y de cada 100 pesos se tiene que disponer de 25 pesos para pago de intereses sobre la deuda pública. No sólo eso, sino que habrá una necesidad de financiamiento para el próximo año 2019 que ronda los RD$ 231,880 MM, que se traduce en la cuarta parte del presupuesto total que presentó el ejecutivo al Congreso Nacional. Es un crecimiento atado a pies y manos al endeudamiento público.
Mientras el gobierno se mofa y se ufana de ese galopante y exorbitante crecimiento económico el Índice de Capital Humano (ICH) del Banco Mundial dice en su informe más reciente que República Dominicana figura en el grupo de países más atrasados de América Latina, sólo por encima de Haití, Guatemala y Honduras. El indicador revela la necesidad que tiene el país de invertir en su gente, el capital humano, en temas primordiales como salud, educación, que conlleva elevar el ingreso de las personas y se salgan de la pobreza.
Lo que la gente opinó de cómo fluye y se comporta la economía para sus bolsillos en la vida cotidiana, en la encuesta Gallup-Hoy del 16 al 21 de septiembre 2018, contrasta enormemente con el inusitado crecimiento que alude el FMI y el Banco Central. Dice dicha encuesta que el 75.5% de los ciudadanos califica como negativa la situación económica del país; el 51.8% califica su situación económica personal como negativa; el 43% de la población estima que la situación económica de su familia está peor que hace 6 años y el 55.7% de los ciudadanos cree que al final de este periodo de gobierno la situación económica del país estará peor que ahora.
Como ese crecimiento en burbuja no se refleja en la mayoría de los dominicanos se intuye y deduce que tal crecimiento ha ido a parar a los bolsillos, bancos extranjeros y nacionales de tantos y tantos funcionarios corruptos de los últimos gobiernos, que, dicho sea de paso, han sido cubierto por el manto nefasto de la impunidad, producto de un sistema judicial secuestrado por el entramado mafioso de esos gobernantes.
Aún con ese ostentoso y fabuloso crecimiento económico el país arrastra con un altísimo índice de pobreza, desempleo, exclusión social, insalubridad, falta de agua potable, vivienda, abandono casi total de la agropecuaria y la agroindustria. Andamos por los peores índices de competitividad; en fin, somos una economía de embudo, un grupo económico reducido se lucra de ese crecimiento, los ricos de siempre y los nuevos ricos que han pasado a ser los desfalcadores del erario, llamados funcionarios o “servidores” del Estado.
Es urgente un cambio político que genere un cambio de actitud y un cambio de modelo económico y social, que propenda al bienestar y felicidad del pueblo dominicano en democracia.