Control del crimen

Control del crimen

UBI RIVAS
El 07-01-06, la Procuraduría General de la República vertió un informe en los medios de comunicación en el que edificaba que en los últimos siete años, 10,905 individuos habían perecido por métodos violentos, inclusive 2,403 el año pasado, 2005.

Las muertes violentas, precisó la Procuraduría, subió un espeluznante 102.4% en los últimos seis años, cobrando auge en los últimos años la modalidad excecrable del rapto, los asaltos a camiones repletos de mercancías (pollos, combustibles, arroz), robos de vehículos y gomas de repuestos traseras de las yipetas, una verdadera plaga.

Ese mismo día, el jefe de la Policía, mayor general Bernardo Santana Páez, se despachó con la perla de que los niveles de violencia y/o crimen se habían reducido en un 50% en los últimos meses, una gravísima contradicción no solamente con la Procuraduría, sino además con la realidad palpable por todos en relación al auge como nunca antes de la delincuencia y el vandalismo.

Apenas noventa días después de su afirmación que desencuadra con la realidad, el general Santana Páez, en una versión noticiosa de HOY del 06-03-06, admitía que la criminalidad ha aumentado, a propósito del presidente Leonel Fernández asignar 200 vehículos para su incorporación a las misiones de patrullaje de la Policía, carente de unidades móviles, jeeps, carros patrulleros, motocicletas, no tanto camiones anti-motines lanza agua.

Intervienen varios factores imprescindibles para organizar un servicio permanente, eficiente, que produzca los resultados pautados, para controlar al máximo la ola delincuencial que mantiene en zozobra, en vilo, aterrada a la ciudadanía, tanto que no pocos miden y calculan salir de sus hogares por el peligro que representan las calles de todas las ciudades y pueblos del país. ¿O estoy exagerando?.

Esos factores, para obtener el propósito calculado, consisten en primero dotar a los policías de sueldos decentes de por lo menos $10 mil mensual, seguro médico, seguro de vida, aumento del personal y concomitantemente del patrullaje, porque sin patrullaje no hay efectividad ni posibilidad de controlar a los desaprensivos.

Dotar a la Policía de una flota de vehículos acorde a sus necesidades, así como equipos de comunicación y cuantos recursos económicos sean requeridos para la finalidad.

De no procederse en esa forma, que no se hable de controlar el crimen, porque entonces resulta una burla al pueblo o una soberana demagogia.

El presidente Fernández debe instruir al secretario de las FFAA coordinar con el jefe policial la incorporación de militares en patrullas mixtas con la Policía; ßque en cada patrulla la comande un oficial policial que trace la estrategia y el curso de acción de la patrulla.

No es cierto que los militares no están adiestrados para controlar al crimen, porque en realidad los soldados están aptos para que conforme a las ordenes que se les impartan y cursos breves sobre contención del crimen, realizar la labor que requiere a gritos la sociedad dominicana.

En el vendaval del desideratum nacional que presenciamos atónitos desde que sonaron los tiros redentores del 30-05-61, sólo dos instituciones sobreviven a la vorágine del permisivismo, lo que mal se llama democracia, el vagabundismo y la carencia absoluta de autoridad. Una de ellas es la Iglesia Católica y la otra las FFAA. Aún hay respeto para ambas, afortunadamente.

Contrario a los que postulan en contrario, conociendo el suscrito a los soldados muy bien desde 1962, año en que comencé a tratarlos muy de cerca, postulo que los militares se integren en patrullas mixtas con la Policía, aunque sea por un breve tiempo de prueba, que así es, como se dice en el Cibao, se aprende a guisar, precisamente para apreciar el sabor del guiso quien lo disfrutará.

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