Control mental

Control mental

 LEO BEATO
José Eduardo Guzmán, un dominicano nacido en Sánchez que apenas lleva unos años en los EE.UU.,  opina que ha sido víctima de una programación mental durante su estadía en una sala siquiátrica. Gunther Russbacher, un veterano agente del CIA por más de 30 años, afirma que esto se practica rutinariamente en los EE.UU.

 Él es el autor del reporte «Operación Open Eyes» (Operación Ojos Abiertos) que describe el programa para controlar la mente usado desde hace años por los servicios de inteligencia norteamericanos, incluyendo la implantación de «micro chips» en el cuerpo de las personas escogidas, sin éstos  caer en la cuenta. Tomemos el caso de José Eduardo, un desempleado de 40 años sin familia ni amigos cercanos que vive en las calles y que habla un inglés ininteligible.

 «Cuando paso cerca de un centro electrónico me convierto en una máquina destartalada debido a los cables que me inyectaron cuando estuve en el hospital». Hace menos de un año lo internaron en un hospital psiquiátrico de salud pública cuando lo encontraron desvariando en un callejón. Allí lo detuvieron por varias semanas y fue ahí donde, según él, le implantaron «los cables» y lo controlan a voluntad de sus «handlers» (programadores). Gunther Russbacher afirma que existe una multitud de centros hospitalarios, tanto en los EE.UU. como en Canadá, donde se practica este tipo de experimentos de programación mental. Uno de ellos es, según él, el Hospital Regional de Dallas, Texas, donde asesinaron al presidente Kennedy. Existen también centros subterráneos llamados «granjas». Uno muy famoso está en el estado de Virginia, no muy lejos del Virginia Tech, donde dizque se volvió «loco» Cho Seung Hui, el coreano que asesinó a mansalva a un grupo de estudiantes. Entre estos centros menciona a dos de los más grandes, uno en el estado de Colorado debajo de la ciudad de Denver y otro en el estado de California, donde dizque se le metió el diablo en el cuerpo a Shirham Shirham, el supuesto asesino de Robert Kennedy, que dice que no se acuerda de nada. Lo mismo le pasó a Lee Harvey Oswald el 22 de noviembre del 1963 cuando dizque perdió la cabeza y asesinó al presidente John Fitzgerald Kennedy. Lo mismo le sucedió al otro día a su asesino Jack Ruby, matando la evidencia de ambos crímenes. Las últimas palabras de éste último fueron las siguientes: «Me están inoculando células cancerosas en todo el cuerpo». Por supuesto, a las pocas semanas murió de cáncer en una penitenciaría federal de Texas. El mismo patrón consistentemente repetido.

De acuerdo con Gunther Russbacher en su reporte,  la programación se lleva a cabo en cinco fases bien definidas. La primera consiste en el reclutamiento en los centros de inmigración y en los hospitales públicos, entre individuos sin raíces familiares significativas. Lo mismo se hizo con los primeros experimentos del SIDA entre individuos homosexuales a quienes se les pagaba por servir de experimento  en unos laboratorios de Manhattan. No fue coincidencia que la mayoría de los afectados por esa enfermedad fueran homosexuales entre los que hasta el día de hoy el HIV continúa haciendo estragos. Una vez seleccionados, los elegidos son sometidos a la primera sección de hipnosis sin éstos apenas caer en la cuenta después de inocularle por vía intravenosa una sustancia alucinógena para relajarlo. Eso parece haberse hecho con José Eduardo Guzmán, quien afirma que aún recuerda lo sucedido. Mientras más sensible es el «candidato» más profunda es la programación. Lo mismo en relación al nivel de su inteligencia, mientras más alto el coeficiente (IQ) más fácil de manipular es el candidato. Una evaluación siquiátrica es indispensable en esta etapa abriéndosele un expediente llamado «Call File» y programándosele automáticamente a través de una imagen o palabra clave que se le implanta en el subconsciente. La tercera etapa de inducción se conoce como «Over write» donde se le programa al escogido una doble personalidad que puede salir a relucir en cualquier momento determinado, dándole sugerencias a través de comandos específicos a nivel subliminal. El individuo es reprogramado esporádicamente para mantener la conducta deseada a control remoto.

 El cuarto nivel de programación se conoce como el de «Clear Eyes» (Ojos claros) donde el inducido, hombre o mujer, se convierte en una especie de «bella durmiente» programado a obedecer los comandos a nivel automático, no importa la distancia. Se le inserta una «misión» que debe de cumplir cuando se le active el dispositivo. Es como una bomba de tiempo que explota cuando menos uno lo espera a discreción del handler (programador). En la película de Rambo I con Silvestre Stalone se puede apreciar esta particularidad. El coronel que lo convirtió en una máquina de destrucción masiva era su handler. El dispositivo se activó aparentemente de forma accidental ante la violencia a que fue sometido injustamente por los policías y fue necesario traer a su handler para desprogramarlo. El quinto nivel es el más crítico porque ahí se convierte el individuo en una especie de zombi ambulante. Es lo que se conoce como la etapa suprema porque en ella se implanta otro micro chip en el cerebro del elegido y éste ya casi no se considera como un ser humano, sino más bien como un robot  a disposición de sus programadores. Se manipula a través de imágenes de colores programados, los mismos que desgraciadamente aparecen en los juegos televisados de nuestros niños. ¿A qué crees que se debe tanta violencia concentrada en el subconsciente de éstos cuando llegan a la adolescencia? ¿O es que piensas que es pura coincidencia? Para desprogramar a una persona que ha llegado a este nivel se necesita un psiquiatra especializado en este tipo de operaciones, porque el individuo tiene instrucciones de auto-destruirse a sí mismo si su misión falla. Se considera que varios asesinos profesionales, tales como Timothy McVeigh, acusado de la demolición del Edificio Federal de Oklahoma City, era uno de estos zombis. A proposito de demolición controlada (como la de Las Torres Gemelas de New York) en Minnessota se acaba de desplomar otro puente en estos días. De acuerdo con Gunther Russbacher, muchos de estos zombis programados pululan entre la población normal norteamericana, los cuales son detonados en los momentos menos esperados. Dondequiera que exista un atentado masivo en cualquier parte del mundo hay uno o varios de estos zombis merodeando. El caso de algunos miembros de la funesta secta Al Qaeda que se explotan a sí mismos, es un caso clásico de programación  mental a control remoto. 

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