Control y castigo para disuadir

Control y castigo para disuadir

Una grave distorsión en la función de los cuerpos de seguridad vino al caso con impacto cuando la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, expresó alarma por la participación en elevado porcentaje de agentes policiales y militares en crímenes importantes de sicariato, narcotráfico y asociación de malhechores. Cabe decir que en adición a tales casos, la misión de proteger vidas y bienes es ensombrecida por otras comportamientos negativos. Nos referimos a la práctica de algunas patrullas policiales de ocupar puntos en vías públicas para extorsionar a transeúntes y automovilistas, lo que delata una preocupante falta de supervisión y controles internos sobre personal armado.

El director regional Cibao-Central de la Policía con asiento en Santiago, general Héctor García Cuevas, se pronunció con mucho sentido de responsabilidad sobre lo que el pueblo llama “cobro de peajes” ejercido por policías. Anunció que procederá ante las denuncias que se formulan en su jurisdicción sobre el bloqueo de paso para exigir dádivas so pena de mantener a las personas privadas de libertad. Lamentablemente, la actitud receptiva de García Cuevas parece excepcional. Generalmente se presta oído sordo a estas querellas ciudadanas y se da entonces el vacío de ejercicio de autoridad y de aplicación de sanciones, lo que puede alentar hacia otros actuaciones delictivas en los cuerpos del orden.

RUIDOS, ALCOHOL Y TEMERIDAD

Una cosa es la libertad y otra el libertinaje. Debe impedirse que el largo asueto de Semana Santa sea aprovechado por desaprensivos para tratar de llevarse al mundo por delante, lo que incluye la conducción irresponsable de autos y motos bajo excesivo efectos del alcohol. Se debe ir al descanso o al esparcimiento respetando al prójimo y a la tradición religiosa de recogimiento.

La veda total a la venta de bebidas espirituosas en Viernes Santo es una medida que merece pleno respaldo de la opinión pública. También lo es la promoción del 9-1-1 para que ese servicio de atención a las emergencias reciba denuncias y mueva acciones contra la impertinencia de las conductas ruidosas. Impóngase una tolerancia cero a los desafueros que anualmente cuestan muchas vidas o generan lesiones de consideración en balnearios y vías públicas.

 

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