Controles factibles

Controles factibles

El gobierno tendrá que dar respuestas contundentes, aplicando procedimientos y recursos que han dado resultados otras veces, para reducir a su mínima expresión dos males que han cobrado cierto auge en los últimos días en perjuicio de la sociedad dominicana en general y también de extranjeros que aquí residen o visitan.

Se hace referencia al aumento del número de casos de malaria registrados en el territorio nacional y al evidente incremento de asaltos a mano armada, algo que no debe pretenderse sobredimensionar por sus posibles efectos sobre la industria turística. La inseguridad, el temor a sufrir un crimen, es igual para todos.

Lo fundamental es que las autoridades –que muestran disposición y se concentran en estos momentos en preparar una ofensiva contra los delitos- estén concientes de que a sus manos están los recursos materiales y legales que les permitirían jugar un efectivo papel ante el paludismo, de un lado, y las acciones de malhechores, por el otro.

Cabe recordar que en República Dominicana se aplicaron por muchos años, campañas de amplio alcance contra el mosquito Anopheles, transmisor del virus de la malaria. Fue la época del larbicida DDT, satanizado posteriormente por su potencial de daños colaterales al ambiente.

Sin embargo la ciencia ha puesto ahora a disposición de los servicios de erradicación mejores sustancias y técnicas contra la diseminación de esta enfermedad que ha dejado de representar una amenaza en muchos lugares del mundo.

-II-

Ante la creciente incidencia del crimen es oportuno resaltar una importante omisión: aquí apenas se aplica un mecanismo de prevención que ha funcionado con excelentes resultados en otros lugares y que consiste en perseguir las violaciones de tránsito proyectando la vigilancia hacia la detección, a su vez, de conductas criminales.

Un paso importante para escudriñar en el tráfico de manera regular y sistemática, debe ser la creación de patrullas móviles  -urbanas e interurbanas- que incluyan a miembros bien entrenados de la Policía Nacional y  la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet).

Muchas acciones callejeras contra ciudadanos suelen ir asociadas al empleo de motocicletas y automóviles sin placas, lo que es estimulado por el caos y la inefectividad de las persecuciones policiales en un país en el que nadie ve ya a las autoridades suficientemente preocupadas por aplicarle la ley a conductores que transitan de noche sin luz o que viven aprovechándose de la falta de patrullaje de tránsito para circular en direcciones prohibidas e ignorando los semáforos.

La falta de coerción y vigilancia rodean de impunidad no solo al simple violador de las normas de tránsito, sino también al que sale a la calle a asaltar, matar o secuestrar.

En nombre de la ley y de los mejores intereses de la sociedad, las autoridades tienen que hacer más efectivos los servicios viales que conduzcan a frustrar delitos.

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