SANTIAGO (AFP),- La partida este miércoles a Haití de 134 militares chilenos, en la avanzada de un contingente de 300 hombres que se sumarán a la fuerza multinacional en ese país, situó al presidente Ricardo Lagos en el centro de una controversia por los alcances de una decisión que sus opositores consideran «precipitada».
El debate estalló luego que el ex presidente Jean-Bertrand Aristide afirmó que no salió de Haití el domingo en forma voluntaria y sugirió que fue secuestrado por agentes de seguridad de Estados Unidos.
Esa afirmación, conocida después que Lagos anunció su decisión al mediodía del lunes, desató dudas sobre la legitimidad una fuerza multinacional que en la práctica estaría apoyando un golpe de Estado.
El Gobierno de Lagos, apoyado por su Partido Socialista, la democracia cristiana y otras corrientes de centro-izquierda, demuestra con esta acción «su dubitativo compromiso» con la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA), advirtió el experto en Ciencias Políticas de la Universidad de Chile Patricio Navia.
«Chile es parte del Grupo de Amigos de Haití y probablemente Aristide estará diciendo: «Con amigos como los chilenos ¿para qué necesito enemigos?», señaló en tono irónico el senador independiente Nelson Avila, ex miembro del oficialista Partido por la Democracia.
Las críticas subieron de tono en el Senado, que la noche del martes ratificó la decisión de Lagos por 31 votos en favor y 11 en contra, en un debate de seis horas donde la derecha acusó al presidente de incurrir en una «falta de respeto» por no haber consultado a los legisladores antes de formular su anuncio.
El senador Ricardo Núñez, miembro del Partido Socialista del presidente, pidió que el Senado vuelva a reunirse, para conocer con más amplitud los motivos que tuvo el Gobierno y saber si existe «un cambio de doctrina» en la política exterior.
La celeridad con que actuó Lagos responde a su interés en que Chile asuma un papel más protagónico en los asuntos latinoamericanos, porque «quiere jugar en las grandes ligas de la política exterior», escribió este miércoles el diario La Tercera, citando fuentes de Gobierno que no identificó.
Desde otra perspectiva, al acceder al envío de Tropas, Lagos podrá consolidar la relación con Estados Unidos, después que hace un año Chile se opuso, como miembro del Consejo de Seguridad, a la intervención militar de ese país en Irak, agregó el rotativo.
El mandatario no respondió directamente las críticas cuando despidió oficialmente en el Palacio de La Moneda a los jefes del contingente militar que viajaría a Puerto Príncipe la tarde del miércoles.
Pero horas después, durante una ceremonia en el pueblo de Chépica, 80 km al sur de Santiago, defendió la legitimidad de su decisión, al señalar que «la paz que tenemos entre los chilenos queremos que exista también en aquellos pueblos de América Latina que están desgarrados por el enfrentamiento».
«Y los que hoy día parten, expresión de nuestro Ejército, lo hacen con el profesionalismo que tienen, pero más importante (van) a luchar por la paz y no por la guerra», dijo Lagos.
«No vamos a combatir, no vamos a apoyar a un bando u otro, no vamos a servir los intereses de una nación, de una potencia o de un sector «, precisó por su parte el comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre.
«Vamos a contribuir a la paz», insistió el jefe militar.