1 de 2
Las diferencias económicas y las desigualdades sociales entre las naciones se cuentan entre los más importantes problemas del mundo contemporáneo. Al lado de unos cuantos países que han alcanzado altos niveles de progreso (Japón, China, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia) existen otros sumergidos en el subdesarrollo, entre los cuales se encuentra la República Dominicana, Haití, Cuba, Bolivia, por sólo citar unos cuantos. Tres factores se invocan como responsables de esa situación: uno; la incapacidad de los gobiernos de los países subdesarrollados (o en vía de desarrollo como suele llamárseles) para modernizar las estructuras económicas de sus respectivos países; dos, la falta de control poblacional; y tres, el bajo nivel cultural de la mayoría de los habitantes de los países mencionados. Esa concepción un tanto simplista del subdesarrollo ha llevado a los gobernantes de estas naciones a la implementación de soluciones unidimensionales tales como un control estricto de la natalidad junto al establecimiento de mecanismos para la transferencia de modelos tecnológicos producidos en países de economías avanzadas. Sin ser especialista en materia de economía, nos atrevemos a afirmar que las condiciones de intercambio entre materias primas baratas y productos industriales caros han resultado muy desfavorables para los países en vía de desarrollo. También, a inferir que la asimilación de modelos tecnológicos y económicos de los países industrializados por las naciones en vía de desarrollo podría crear obstáculos para el desarrollo económico de estas últimas. A decir de Guillermo Soberón, Rector que fue de la Universidad Nacional Autónoma de México, “las condiciones socioculturales y ecológicas de los países subdesarrollados determinan una implantación indiscriminada de tecnologías extranjeras, lo cual es uno de los principales factores que provocan una polarización de los extractos sociales” Por lo que inferimos que la asimilación de modelos tecnológicos y económicos de los países industrializados por las naciones en vía de desarrollo podría estar creando obstáculos para el desarrollo económico e integración social de estas últimas.
¿Están nuestras universidades y demás instituciones de educación superior preparadas para involucrarse activamente en el esfuerzo de los dominicanos por alcanzar más altos niveles de vida?
La Universidad en los países de la América Española y el Caribe surgió como una imagen de la universidad europea, su misión no era otra que la de preparar la generación joven de la élite económica de la Colonia. La transición del período colonial al establecimiento de la república significó para la universidad latinoamericana la adopción de la estructura de la universidad napoleónica, la cual resulta de un conglomerado de escuelas profesionales sin nexos funcionales, y sin cabida para el quehacer científico.
Fue después del Movimiento de Córdoba, Argentina 1918, que las universidades de esta región del mundo se vieron envueltas y comprometidas con el desarrollo social, cultural, político y económico a la luz de los principios de autonomía para gobernarse a sí mismas y para administrar los recursos que les proporcionan los Estados. Sus vientos soplaron aquí con toda su intensidad a partir de la desaparición de la dictadura trujillista. Tocándole al Movimiento Renovador el hacer que la Universidad Primada de América adoptara sus principios y ejecuciones.
Cien años después de lo sucedido en Córdoba, la educación superior está nuevamente en discusión. Pero, mientras que casi a todo lo largo del siglo 20 nadie dudaba del papel clave de la educación superior en los esfuerzos conducentes al desarrollo de las naciones y hasta se le atribuía el rol motor del adelanto y la transformación social, el debate actual se caracteriza por la existencia de toda una escuela de pensamiento que pone en tela de juicio la eficacia de la educación superior, cuestionando su rendimiento económico y social y la prioridad de las inversiones que a ella se destinan.