Contundente mensaje

Contundente mensaje

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
El aún inconcluso certamen electoral de “medio término” ha puesto en evidencia varias realidades de enorme peso tanto económico como político. La primera es haber sido vitrina de exposición del enorme e injustificable derroche en una campaña propagandista increíblemente dispendiosa; tan excesiva, como para poner en movimiento los mecanismos investigativos dirigidos a determinar el origen y la legitimidad de tan cuantiosos fondos y recursos. Otra es que la abstención en el quehacer electoral tiene tanta importancia y peso, como el silencio en la música. El elector abstencionista le ha puesto un silencio de redonda a la bachatera fanfarria electoral.

El voto en la urna es la activa expresión del derecho y el deber del ciudadano, pero es ambivalente porque implica un premio al partido de su preferencia a la vez que un castigo para sus oponentes. El abstinente es de hecho un voto “fuera de urna” que cuando es deliberado expresa inequívocamente que el virtual sufragante no se siente representado por ninguno de los partidos concurrentes. Es un voto de virtual repudio al sistema político. Es un contundente y admonitor mensaje de la urgente necesidad de reformar nuestro cada vez más corrupto quehacer político.

Quienes se abstuvieron deben sentirse sumamente satisfechos.

En primer lugar, por su temple para resistir la alienante e interesada prédica de los políticos incitándolos a votar, so pena de incurrir moralmente en irresponsabilidad. Ellos han quebrado el tradicional tabú de elegir forzosamente entre los malos y los peores, y además, porque los resultados demuestran que con ello han logrado, según van revelando los boletines, los más equilibrados resultados posibles en las presentes circunstancias políticas. Pregúntense los lectores por quién habrían votado quienes en esta ocasión se abstuvieron. ¿No se hubiera acaso invertido la tortilla del nefando Congreso “pepehachista” en beneficio del actual partido en el Gobierno? Porque el PLD tendrá evidentemente la mayoría, pero no totalitaria, y eso hará la diferencia.

Queda por ver si el actual Gobierno, libre ya de los temores del “síndrome de la gobernabilidad”, con una acentuada propensión al autismo en su actuar y decidir, fuertemente impermeable a la crítica extra partido, con dos años perdidos en la satisfacción de las expectativas que en el 2004 lo llevaron al poder, y apenas a dos años de las próximas elecciones presidenciales, podrá valorar cabalmente el crítico y contundente mensaje de esta abstención que ya no será repetible en el 2008.

Si el PLD no se reinventa. Si su liderazgo pensante no es capaz de concebir y proponer las reformas políticas y sociales necesarias para conciliar una aceptable convivencia democrática con un realista y eficaz estado de derecho; si no se comprende que los portentos del desempeño macroeconómico se quedan en la estratosfera de los ricos y solo descienden a la enlodada tierra de los pobres con el pesado paracaídas de la reducción de la deuda social. No el aforismo de más ricos y más pobres, sino de menos ricos, menos pobres, y menos corrupción. Si no se quema en la plaza pública el Judas del odioso “comesolo”, como un acto simbólico de la reconciliación con el pueblo llano; entonces, el PLD que una vez fue promesa, sólo será una luz que agoniza.

Aunque no dejo de reconocer que el partido gobernante es hoy la única organización estable aunque desigual, que con el liderazgo del presidente Leonel Fernández acaba de consolidar su situación en términos de poder político; creo no obstante, que éste se vería obligado a desandar el camino en busca del tiempo perdido en el que dos años de indecisión política han agravado el vasto esquema de corrupción, delincuencia y rapiña, legado por el PPH de Hipólito Mejía.

El crimen organizado, la delincuencia generalizada, la inseguridad jurídica y personal, han sentado sus reales en medida y proporciones tales, que hoy junto al estado visible, opera de hecho un estado informal sumergido animado con la ética deformada de un sistema generalizado de corrupción total.

La potente carga de problemas y la precariedad de recursos, hacen previsible que nos aproximemos al 2008 vacíos de opciones válidas y vigentes del liderazgo político que requiera el perfil de crisis que impere en aquel momento; y dependiendo de su previsible evolución prospectiva, quedarán abiertas las opciones del liderazgo emergente: desde el autoritarismo del hombre fuerte, hasta la demagogia en su amplio y variopinto espectro. Que muy posiblemente marcarían el principio del fin de nuestro costoso, obsoleto y frágil sistema de partidos.

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