Conveniente aterrizaje a la realidad

Conveniente aterrizaje a la realidad

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Fue notorio que el discurso de los funcionarios gubernamentales tuvo un conveniente aterrizaje a la realidad en vísperas de la aprobación por el directorio del Fondo Monetario Internacional del nuevo acuerdo Stand by pactado con el Estado Dominicano y que esta vez está programado para 28 meses. Es obvio que los estrategas del gobierno comprendieron que «es arriesgado proclamar milagros económicos», como advertimos en HOY del 4 de diciembre pasado, y en tres escenarios diversos rescataron la crítica situación de la economía nacional, pese a los logros de estabilidad cambiaria y reducción de la inflación sostenidos durante los últimos meses.

De ninguna forma se trata de restar méritos a una gestión gubernamental que se ha caracterizado por la prudencia y que ha devuelto bastante confianza a la sociedad dominicana. Pero hay que insistir en que es innecesario manipular las cifras. Por ejemplo tras la reunión del Consejo de Gobierno el martes se entregó a la prensa una declaración escrita donde se afirma que encontraron la tasa de interés en 60 por ciento, cuando el 13 de agosto ya había sido fijada en 36, y que redujeron la inflación a la mitad, cuando desde marzo cayó acelerada y sostenidamente, a los niveles de septiembre-diciembre.

Pero lo notable fue que en la reunión del Consejo de Gobierno, en la conferencia de prensa del jueves para detallar la carta de intención para el acuerdo con el FMI y en un discurso del superintendente de bancos, se ha planteado la cruda realidad de que todavía no hemos superado la crisis económica.

Más aún que tenemos por delante nuevas penalidades derivadas de los ajustes y restricciones fiscales que conlleva el nuevo acuerdo con el FMI, tales como aumentos de los costos en los combustibles, incluyendo el gas propano, la electricidad, y seguramente el transporte y otros servicios, mientras se reduce proporcionalmente la inversión social y de capital y hasta los presupuestos prioritarios de educación y salud.

Obligados por los organismos internacionales, los funcionarios gubernamentales han reconocido el peso de las tres quiebras bancarias del 2003 en la crisis económica nacional, y hasta se anunció la creación de una comisión para vender activos recuperados del Baninter, mientras paralelamente se informaba que designarían un fiscal especial para proseguir los procesos judiciales contra los responsables de las estafas financieras. Rafael Camilo, el superintendente de Bancos, quien ha sido de los que desde el principio ha reconocido el peso de las quiebras bancarias, sostuvo que por las mismas, y el mal manejo que les dio el pasado gobierno, «el pueblo dominicano retrocedió ocho años en su calidad de vida, verificado fundamentalmente en la reducción de su poder de compra».

Camilo habló en el Palacio Nacional al presentar un nuevo programa de supervisión bancaria, también resultado de las negociaciones con el FMI, llamado a configurar una nueva situación que impida la repetición de malversaciones de los ahorros de la población.

Es triste, verdaderamente triste que sean los organismos internacionales los que nos han convencido de que las causas fundamentales del grave deterioro que vivimos hay que buscarlas en tres quiebras bancarias cuyos montos superaron el presupuesto nacional del año en que se produjeron, y que conllevaron una emisión inorgánica superior a los 100 mil millones de pesos.

De manera que gracias al acuerdo con el FMI todavía podemos esperar que las malversaciones bancarias no queden bajo el manto de la impunidad, y que las autoridades proseguirán los esfuerzos, nunca bien documentados por sus antecesores, por ubicar el destino de gran parte de la fortuna malversada.

Sobre la base de la honradez y la verdad es que el gobierno tiene que construir una nueva relación con la sociedad dominicana para que las cargas de la crisis sean más llevaderas. Sin que el discurso político tienda un manto de protección a quienes dispusieron de decenas de miles de millones de pesos de los ahorristas, ya a través de inversiones fraudulentas, de vida dispendiosa o de la compra de complicidades.

El nuevo acuerdo con el FMI inyectará recursos a la economía y tenderá a reafirmar la estabilidad recuperada, pero no podemos olvidar que sólo implica aplazamiento de urgencias financieras a cambio de mayor endeudamiento para que nos pongamos en capacidad de seguir pagando.

No podemos crear falsos espejismos, como ese de que superadas las locuras de Hipólito Mejía se acabaron los problemas de la economía nacional. Y más aún cuando todos sabemos que las imprevisiones de supervisión bancaria datan de varios años antes de la pasada gestión gubernamental. Es decir que hay responsabilidades compartidas.

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