Convergencia hacia dentro y Convergencia hacia afuera

Convergencia hacia dentro y Convergencia hacia afuera

TIRSO MEJÍA-RICART

Uno de los temas más vibrantes de la política dominicana es el de la formación de una gran convergencia de partidos y grupos sociales para derrotar inequívocamente a la corporación político-económica del PLD, que nos rige por doce años.

Existen muchos precedentes nacionales y de otros países de “frentes populares”, “acuerdos” “alianzas”, y otras denominaciones, que se han organizado con vistas a alcanzar el poder por la vía electoral. En la República Dominicana, por la grave crisis social, política y económica que atraviesa: el virtual endeudamiento público externo progresivo, el desempleo rampante, la corrupción generalizada, la delincuencia por doquier, y la crisis de los partidos políticos; ofrecen las condiciones subjetivas para que surja una fuerza capaz no solo de ganar las elecciones, sino de reencauzar la vida institucional dominicana.

La posibilidad de una gran alianza encabezada por el “PRD Mayoritario” ha puesto nervioso al PLD y a sus aliados que han iniciado una campaña con el propósito de hacer fracasar ese proyecto político.

En toda América Latina, en los últimos años, el poder político de los partidos tradicionales se ha ido desdibujando por los fracasos y la corrupción; dando lugar a nuevas coaliciones y fuerzas emergentes que, con sus defectos y virtudes se han impuesto en el alma popular por encima de las viejas banderías, como en Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Colombia, entre otros.

Pero como ha sucedido otras veces, hay dos visiones u objetivos que se pretenden alcanzar los que auspician La Convergencia: los que luchan sobre todo para alcanzar posiciones de poder “desde dentro”, con lo cual ésta se condena a muerte por las divisiones; y hay aquellos que comprenden, sin restarle ambiciones, que la gran misión de una convergencia es atraer grupos y partidos que tengan en común el deseo de alcanzar la victoria uniendo desde fuera hacia dentro todos los líderes, militantes y ciudadanos que anteponen el interés del país en torno a grandes planes de acción gubernamental.

Lo cierto es que si se enfatiza en la Convergencia la lucha por el control de un futuro gobierno, dejando de lado las tareas ingentes de organizar una fuerza política capaz de triunfar contra el poder del dinero, de los reeleccionistas y el fraude electoral, en lugar de hacer una “convergencia hacia afuera” que sería quizás la última oportunidad de establecer en el país una verdadera democracia política y no la vergonzosa cleptocracia que vivimos.

Sabemos que la política, sobre todo en América Latina, no la hacen los ángeles ni los arcángeles, sino personas de carne y hueso con sus ambiciones.

Lo que pasa es que la política dominicana requiere un verdadero terremoto y éste se logra sólo con la aglutinación de todas las fuerzas sanas de la nación para que aporten su entusiasmo, su valor y su experiencia, a la construcción de un nuevo Estado en los órdenes político, económico y social.

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