“Convergencia” pictórica de Omar Molina en Casa de España

“Convergencia” pictórica de Omar Molina en Casa de España

Aunque los valores cambian con el tiempo, y no siempre en la mejor dirección, todavía perduran los ejemplos positivos.

Así lo demuestra Omar Molina, que comparte el sentido de la familia y la amistad con la entrega a su vocación, oficio y destino de pintor.

De entrada, no volveremos a evocar la admiración por el abuelo genial y su impronta desde la infancia. Siempre, en la vida de un artista, hay un llamado del cual no puede ni quiere escapar, introspectivo, formativo, colectivo: en fin, la suerte está echada, y el talento inevitablemente florece en manifestaciones y resultados.

Omar Molina sigue adelante en su itinerario profesional y actualmente expone en la Casa de España. El título de la muestra, “Convergencia”, se interpreta como una propuesta unificadora -teniendo en cuenta temas, composiciones, aun estilos diferentes-, al imponer su definición pictórica, una simbiosis entre dominio preciso de las formas –todas- y tratamiento enérgico de los colores –todos-.

La exposición. Es motivo de mucha satisfacción que Casa de España reanude su programa de exposiciones: un centro de recreo, y deporte, reuniones y socialización, ha de incluir el arte entre sus actividades permanentes, y particularmente cuando posee, como es el caso, tanta riqueza patrimonial.

Recordamos que Casa de España celebró hasta un excelente concurso de pintura, y que en sus espacios hubo exposiciones muy interesantes. Ahora, se les dedica la segunda planta, donde Omar Molina expone catorce obras recientes con una mayoría de grandes formatos.

“Omar Molina es un artista técnica, estilística, temática y conceptualmente ecléctico”: son las palabras introductorias del enjundioso comentario por Abil Peralta. Estamos de acuerdo. En pocas piezas contundentes, esta individual testimonia de la capacidad polivalente del pintor en su interpretación de la figura, realista y expresionista hasta en una misma obra, igualmente la pluralidad de sus fuentes de inspiración.

No nos causa sorpresa que Omar Molina aborde el tema de la tauromaquia con una percepción que parece la de un habituado de la fiesta…Ahora bien, es el tratamiento, poderoso, a la vez naturalista y mítico, de la bestia, que más impacta. La fuerza del toro en posición de embestida, el movimiento aunado con la solidez y precisión anatómica, el contraste cromático atrevido y lírico, sitúan este cuadro como uno de los mejores de la muestra. Entusiasmo y oficio se conjugan.

Una segunda vertiente, que Omar Molina a la vez mantiene y combate, es el homenaje a Ramón Oviedo, particularmente en “Fragmento Híbrido del Fenix” y “Me llevo el deseo”, siendo imágenes emblemáticas. Cuando decimos que esa influencia se mantiene, es que no se puede borrar técnica ni afectivamente. Al mismo tiempo, el artista la combate, anhelando definirse libremente y mostrando una competencia que se lo permite…

Omar Molina posee don de observación y práctica investigativa, simultáneamente fantasía imaginativa y un innegable sentido del humor. Esas cualidades, que ya habíamos notado y elogiado, favorecen su representación, muy personal, de escenarios y escenas, tanto de la cotidianidad circundante como del mundo de la diversión y el espectáculo. Aquí está, por lo menos en esta etapa, la clave de su producción pictórica. El sabe agregar a este realismo original, un toque de viaje a la tradición y a los tiempos anteriores, tal vez con un dejo de nostalgia combinado con la vena humorística. Nos referimos especialmente al “Ensayo”, desde su sonoridad y percusión visual hasta su animación por un Beatle (¡!), y evidentemente a la “Vista del Viejo Barrio”, obra superlativa en el conjunto. En un breve comentario personal, Omar Molina menciona “una carga de energía que solo puede lograrse con la seguridad y el amor al oficio.” Ambos rigen la ruta que él se ha trazado.

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