“Convergencia por un Mejor País”

“Convergencia  por un Mejor País”

Reportaje

Los estudiosos del desarrollo social, cultural y político de la humanidad han comprobado que este no se produce de manera generalizada en un continente, una nación, un territorio. Dentro de una apreciación global, es posible que se estén desarrollando sistemas o ciclos diferentes: avances tecnológicos insospechados, como la producción computarizada de órganos humanos en las naciones más desarrolladas, mientras que en otro extremo de la tierra se están viviendo formas de esclavitud aborrecibles, luchas tribales, masiva negación de la igualdad de géneros, inmorales niveles de pobreza e irreversible daño al medio ambiente

Lo que también han descubierto esos seres excepcionales que se dedican al seguimiento del desarrollo social, es que una vez emprendido el camino hacia una organización, sistema o avance de la sociedad, es una aberración, una enfermedad de esa sociedad, devolver ese proceso. Los pueblos no se detienen.

Y la República Dominicana, nuestra nación, está enferma de retroceso, de vuelta hacia atrás de los pasos de avance, que entre dificultades, habíamos construido. Y los ciudadanos y ciudadanas estamos decididos a vencer esa enfermedad hasta colocarnos entre los pueblos sanos del mundo. Entre las naciones que han alcanzado el bienestar social, el desarrollo humano.

Si alguna o alguno de nosotros quisiera comprobar de manera inequívoca el retroceso que denuncio, bastaría con abrir las páginas de los periódicos nacionales desde el 1961, 65, 70, 80, del año 2,000 y hasta este 2014 para releer los mismo titulares: crisis en el sistema de salud pública, hospitales sin medicinas, improvisación que, cada año, culpa a la predecible sequía, de la falta de agua en nuestros pueblos y barrios, y en esos periódicos volveremos a leer sobre falta de inversión e investigación para lograr una agricultura de exportación, y volveremos a conocer las estadísticas negativas de falta de viviendas, y releeremos sobre el nivel del desempleo, estará repetida la crisis eléctrica, la mala evaluación de los resultados en educación, la falta de institucionalidad, la denuncia contra concentración de los poderes públicos, la corrupción, la impunidad, la reiterada mala distribución de la riqueza que acompaña la iniquidad en los salarios, la incapacidad de ejecutar los presupuestos con recursos propios, la ausencia de acción del Consejo Administrativo de la Judicatura sobre la acción de los jueces. La falta de estructuras y ejecución de las normas que posibiliten al sector productivo la creación de trabajo, frente a un Gobierno que nombra a los miembros de su partido en el 77% de los presuntos nuevos empleos, esos que los ciudadanos con inteligencia denominan “botellas”. En esas lecturas ustedes comprobarán el retroceso que denunciamos y encontrarán además los avances insospechados de la inseguridad ciudadana, el femenicidio y la narco criminalidad.

La República Dominicana que vivió la encomienda, el situado, la devastación, la lucha por la Independencia, el nacimiento de la democrática industria del tabaco, el desarrollo azucarero, los aires renovadores de la Restauración con sus muelles y trenes y Sánchez floreciente; con Hostos y Salomé impulsando la educación. La misma República Dominicana que desangró el caudillismo, creador de inestabilidad social, la misma que vivió la dictadura con su pretensión de organización capitalista para enriquecimiento del tirano. La misma que, error o inteligencia, buscó la construcción de la democracia con la idea de que la muerte del tirano acabó con el sistema dictatorial; con el error o inteligencia, de no hacer sido capaces de entender que solo la cohesión, la creación de una convergencia de fuerzas haría y hará posible el cambio, no solo en los titulares de periódicos, sino en la vida de los y las ciudadanas. Para hacer realidad esa Convergencia estamos aquí convocados.

Esta República Dominicana de hoy, del control de los Poderes Públicos, de los problemas no resueltos, de la corrupción, la impunidad y la falta de institucionalidad, está convencida de que solo a través de una Convergencia de fuerzas sociales retomaremos el camino de la democracia que necesitamos, y que hoy estamos convocando con la presentación de la visión que a través de los compañeros Pedro Catrain e Higinio Báez entregamos a la nación con la invitación a participar en su creación, implementación y desarrollo.

Pero construir una convergencia de fuerzas siempre será una acción de responsabilidad de día a día o, como expresara Pablo Neruda, de una “Alerta Infatigable”. Porque si bien es cierto que Duarte logró la independencia, las fuerzas que se unieron para lograrla obligó al Padre de la Patria a llorar desde Venezuela la muerte de María Trinidad Sánchez. Los sueños restauradores de Luperón se transformaron en desvelo con el Gobierno de Ulises Hereaux. Y tenemos la obligación de recordar que el caudillismo y la división nos trajeron la invasión extranjera y nos quedó Trujillo como respuesta al deterioro y división de los partidos, Bolos o Coludos, azules o rojos, con el zigzag cambiante de sus metas y programas. Y agravado hoy por la falta de las leyes que organizan el sistema electoral y los partidos políticos.

De intentos de unidad, sin discutir su categoría de hechos heroicos y patrióticos, pero sin la organización o dimensión de las fuerzas que requerían las invasiones de Cayo Confites, Luperón, Maimón, Constanza, Estero Hondo, el levantamiento de noviembre de 1963, la resistencia patriótica a la invasión de los Estados Unidos, el 12 de enero de 1973 y el intento de Playa Caracoles y la caída de Francis Caamaño, muchos somos los responsables. Y ello nos obliga ahora que trabajamos por la “Convergencia por un Mejor País” a revisar la historia con sentido crítico-constructivo. Descubrir qué impidió la conjunción de fuerzas que debió facilitar el avance de estos sucesos patrióticos, si de verdad queremos construir una convergencia de fuerzas con propósitos auténticamente democráticos. Y hacerlo con la presencia ciudadana, como un ejercicio político y cultural con la participación de los que producen, los que trabajan, los jóvenes empleados y desempleados, con la participación de la mujer, de los desamparados, los olvidados, de los que quieren progresar y crear un mundo inclusivo, compartir responsabilidades, hacer juntos un nuevo estilo de conducir la administración pública, donde cada centavo esté colocado donde lo necesiten los pueblos y conste en el presupuesto de la República.

En los intentos de la búsqueda de la unidad de fuerzas capaz de terminar con el medio siglo de malas noticias en la prensa nacional, tenemos ejemplos de resultados inconclusos y de esperanzas como la del 27 de febrero de 1844, el 16 de agosto de 1863, el 24 de abril del 1965, o exitosos como la defensa de nuestro ambiente en la batalla por los Haitises, o el librado por Educación Digna en beneficio de la educación nacional. La creatividad de los ciudadanos no se ha detenido, es una aliada importantísima.

Así que no es tiempo de repetir un mensaje vacío para invocar la unidad de fuerzas, la integración de la sociedad civil y las fuerzas productivas. Vamos más allá: nos referimos a la unidad de todos, a la creación de una “Convergencia por un Mejor País” para enfrentar los problemas comunes, con la decisión de encontrar los propósitos que nos acercan y desechar los que nos dividen, no para abandonarlos, sino para ir construyendo los lazos que nos llevarán a superarlos.

Amigos y amigas, compañeros y compañeros, ciudadanos, amigos de la prensa: estamos aquí para construir juntos una nueva visión de democracia incluyente, participativa, que se construya en constante consulta ciudadana como forma correcta, institucional, moral, eficiente de hacer política.

La Convergencia es una convocatoria a la alegría, a la acción, a la oportunidad para el debate de ideas y para el acuerdo entre las inteligencias, de unir la voluntad del pueblo y los ciudadanos, de juntar las manos para construir el futuro.

Y el tiempo nos revela que es posible, como fue posible el ensayo de los Acuerdos de Santiago y Santo Domingo al margen del clientelismo y el uso del erario público. Las fuerzas opositoras no disponían entonces, ni quieren disponer ahora de los fondos públicos, necesitamos la voluntad política de las y los ciudadanos.

Es posible en el campo internacional con la emergencia de fuerzas nuevas como en Panamá y Costa Rica, y con el crecimiento de nuevas organizaciones que surgen desde la indignación, con las nuevas tecnologías de la comunicación y la apertura de la libertad a través las redes sociales.

Siempre he creído en el respeto a las religiones, pero no deja de ser alentador en este momento recordar el compromiso del Padre con Moisés cuando en la alianza con su pueblo esclavizado, le entregó las tablas con las leyes de su fe, prometiendo llevar a su pueblo hacia la tierra prometida. Es hermosa y de aliento la lectura de los hechos bíblicos.

Nosotros no somos seres extraordinarios, ni esperamos transitar en una camino de flores, ni la apertura de rutas que faciliten nuestro andar, pero todo cuanto han explicado ante ustedes y el pueblo dominicano, los compañeros Higinio Báez y Pedro Catrain, los saludos presentados por Reynaldo Aponte y Elexido Paula, son una propuesta de libertad, de bienestar, de amor y de esperanzas.

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