Partidos dominicanos que alcanzaron conjuntamente y recientemente, alrededor del 10% de votaciones, tienen la posibilidad, conformando una Convergencia Republicana, de superar airosamente el empantanamiento conferido por los electores y de cumplir sus obligaciones constitucionales: “servir al interés nacional…bienestar colectivo y al desarrollo” (art. 216.3); contribuyendo así a edificar una democracia equilibrada, imprescindible para sostenerla y perfeccionarla.
Los pasados resultados electorales exigen el surgimiento de una oferta política-partidaria concebida como alternativa al dominio socializante y estatizante que proporcionaría opciones enriquecedoras de coherencia y nitidez en inspiraciones políticas y consecuentes praxis gubernamentales en procura de una patria justa para todos.
Este dominio retratado en pasados resultados electorales evidenció que prácticamente 9 de cada 10 votos dominicanos fueron endosados a partidos inspirados en etiologías mutantes, desde izquierda democrática o socialdemocracia hasta dictadura con apoyo popular, culminando en liberacionismo; asumidos por Bosch en diversas etapas de conceptualización.
La praxis de estas etiologías sufrió extrañas hibridaciones con un liberalismo heterodoxo y el llamado socialismo siglo XXI, muchos de cuyos propulsores están involucrados en escandalosos casos de corrupción impropios de su confesión socializante.
Las consecuencias de esta extraña hibridación se ha evidenciado a través de la expansión de gastos y déficits públicos, excesivos endeudamientos que aumentan apertura y dependencia externa atentatorios de nuestra soberanía e identidad nacionales, hipertrofia burocrática administrativa, aumento de la dependencia estatal de la ciudadanía:Desde empresarios politizados hasta los sectores más desfavorecidos de la sociedad receptores de subsidios inhibidores de capacidad de emprendimiento, consolidando así el perjudicial clientelismo político contaminador de la democracia.
Esta Convergencia Republicana puede llegarse a estructurar desde el surgimiento de una nueva opción totalmente desvinculada del partidismo tradicional hasta el aprovechamiento de dicho partidismo; conscientes que estas organizaciones, al igual que los seres humanos: nacen, evolucionan y desaparecen.
Inscribiéndonos por razones generacionales e institucionales en esta última vía, se les ofrecería a los partidos del sistema que han sido menoscabados con el voto de los dominicanos, la oportunidad de regenerarse vía su evolución.
Partidos de nuestro sistema, protegidos legal y financieramente por el Estado, que han llegado incluso a dominar por tiempo razonable el escenario político-gubernamental, se encuentran hoy estigmatizados por la extinción.
Para no llegar a extinguirse plenamente después de ser dominante, la evolución a través del aporte institucional, promocional y gestor, a una Convergencia Republicana; pudiera constituir una adecuada estrategia de resguardo para seguir representando sectores significativos de nuestra sociedad, como exige la democracia.
Y aún cuando llegare a perderse identidades individuales, quedaría justificada al tenor de la sanción evangélica expresada en Juan 12,24: “es necesario que la semilla muera para que el árbol dé fruto”.