Conversación privada

Conversación privada

–Ayer me tocó tomar café con “el hombre”. Nos juntamos en “La barra nueva”, cerca de la Avenida del Poniente. La verdad es que se trata de un tipo bravo, no le tiembla el pulso si hay que actuar; decide enseguida por dónde echar a andar. Sortea obstáculos como un bailarín; siempre está enterado de todo. Acabo de venir de la oficina de unos amigos que construyeron un depósito de mercancías grande, moderno, con sótano y frigorífico. Harán lo que diga “el hombre”; saben que los de arriba confían en sus habilidades. Lolona, eres una mujer con mucha suerte. Te has topado con un personaje de película.

–Encueros es como todos los hombres; cuando acaba, se duerme. Lo tengo que acotejar porque vive en un patín, corriendo de un lado para otro. Lo llaman a cualquier hora. No sabe nunca en qué momento podrá descansar. Con ese trote, morirá rico y joven; yo se lo digo cuando logro que coma conmigo en la casa. Desde luego, yo pido por teléfono las bebidas y comidas que a él le gustan. Lo acomodo para que se quede más tiempo. A veces me apena que tenga tantos afanes y cargue tan pesado. Partenio, él mismo reconoce que es un destino fatal.

–Lolona, los pobres tenemos que meternos en lo que sea; de lo contrario no tendríamos chance de nada. El que no aprovecha su oportunidad se queda como perico en la estaca. Los niños lindos, hijos de ricos, se crían sin problemas: tienen ropas, van a escuelas buenas, comen en los restaurantes. Siempre están de vacaciones o buscando cómo divertirse. No se juntan con nosotros a menos que tengan la soga al cuello. Solamente nos procuran si estamos cerca del poder.

–Mis hijos y los de tu hombre se parecerán a los niños lindos de las urbanizaciones de lujo. No podemos hacerle ascos a los negocios que parezcan turbios. Para nosotros no hay plazas disponibles en empresas grandes, en consultorías de negocios. Tenemos que romper el corozo. Si fracasamos pasamos vergüenza o caemos presos. Admiro mucho a “el hombre” porque tiene las pelotas bien puestas y se levantó de la nada. Ahora lo necesitan hasta los más poderosos.

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