Convicción íntima de peledeístas

Convicción íntima de peledeístas

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
En 1973 el profesor Juan Bosch decidió desprenderse del PRD, al cual lo consideraba lleno de garrapatas y él no cabía en un ambiente infectado de ambiciosos trepadores, que utilizaban la política para hacer fortunas y tener un mejor posicionamiento social. El PLD surgió con la pureza de una izquierda soñadora, destinada a aglutinar los honrados de la Patria en un medio, que según su ideólogo, estaba lleno de putrefacción. Así separaba a los honestos peledeístas del resto de los corruptos de los dominicanos.

Aferrado a una férrea disciplina de cuadros y a intensos círculos de estudios, forjados a la mejor usanza del marxismo triunfante, que tan de moda estaba en la década del 70 con la consolidación de Castro en Cuba y el triunfo del Viet Cong sobre el imperio norteamericano, los peledeístas se mantuvieron aislados del país, dando ejemplo de disciplina y organización en momentos que los eventos electorales eran denunciados por los fraudes y los gobiernos se llenaban en las pústulas de la corrupción más descarada e impune que se hubiese visto aún desde los tiempos de Trujillo.

El PLD hasta 1996 no pasaba de 14 mil cuadros que militantemente sostenían los preceptos de su fundador, que ya comenzaba a declinar en sus facultades, después de una fructífera vida dedicada a la literatura, a enseñar y a abrirle los ojos a los dominicanos de lo que era la actividad política de buena fe, no la que se estilaba en el país donde sólo las ambiciones, y el dolo sin castigo, arropaban a todos los que llegaban al poder.

No hay dudas que la llegada al poder del PLD fue fruto de una coyuntura moral y política de lo más interesante, por la rabiosa oposición del doctor Balaguer de impedir por todos los medios que el doctor Peña Gómez culminara su carrera política con la banda tricolor atravesada en su pecho, y en momentos que la enfermedad terminal comenzaba a hacer estragos en su cuerpo. Era evidente que el país hizo una elección adecuada de un presidente peledeísta, como se comprobó hasta el 2000, distinto a lo que ocurrió después, ya que se registraron notables índices de crecimiento, una soberbia estabilidad económica y reducción de los niveles de desempleo a menos del 18%.

El país volvió a comprobar, en el período 2000 al 2004, lo nefasto de verse gobernado por los políticos tradicionales y ambiciosos en que el desorden, el relajo, la apertura y protección a los narcotraficantes y el derrumbe de varios bancos, señalaron lo que no debía hacer un partido que quisiera tener vigencia y credibilidad en Dominicana.

Con la vuelta al poder del PLD, ya convertido en un partido de masas en donde una minúscula cabeza doctrinaria y encerrada, se sostenía en un cuerpo grande y amorfo de simpatizantes buscando lo suyo. Ya en el poder provocaron cambios en la táctica de orden de clausura, para abrirse y honrar compromisos con quienes ayudaron al PLD con mucho dinero, ya que no existía un Balaguer desinteresado y disgustado con quienes dentro del partido querían ser sus herederos. Ahora el PLD tiene que rascarse con sus uñas, y lo ha hecho de forma brillante, pero con desacertadas acciones de sus más conspicuos miembros, que alarman al país y lo ponen en guardia de los propósitos totalitarios del partido, que todavía quiere venderse como algo de acrisolada honestidad.

La insistencia del principal, y único líder del PLD, de que debe modificarse la correlación de fuerzas en el Congreso y en los Ayuntamientos, que ahora está en manos de la oposición, especialmente de un partido desacreditado como el PRD. El PLD quiere forjar una barrera que tuvo un destello en semanas recientes cuando al secretario de Industria y Comercio arremetió contra los detallistas de gasolina, apelando a todos los cánones legales y constitucionales, que nunca se les han aplicado a los maestros y médicos en sus continuas huelgas. Parece que la amenaza surtió efectos y esos humildes detallistas, que se pasean en sus jeepetas del año, alegando pobreza, aceptaron estudiar que se les otorguen más beneficios por el alto costo de todo lo que se consume localmente.

Pero el PLD es un partido autoritario debido a sus raíces fundamentalistas, de estricta observancia de sus principios y reglamentos internos. El que logren en mayo una mejor posición en el Congreso y en los Ayuntamientos, podría dar origen a situaciones conflictivas, distintas a las existentes en la actualidad, que bien o mal, se ha podido mantener una coexistencia honorable. Lo saludable para la democracia es que surja de las elecciones de mayo un Congreso multipartidario, sin imposiciones de ninguna fuerza, para evitar que, el PLD en el poder y con recursos, quisiera iniciar un camino del autoritarismo político, implícito en su doctrina y con el cual soñó su fundador el profesor Juan Bosch.

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