¿Conviene a República Dominicana
el libre comerco con los Estados Unidos?

<p>¿Conviene a República Dominicana <br/>el libre comerco con los Estados Unidos?</p>

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
Como se ha dilatado la implementación del Dr-Cafta y con el tiempo han aumentado los requerimientos del gobierno de los Estados Unidos, la pregunta lógica que deberían hacerse las autoridades sería: A cualquier costo conviene a los dominicanos el libre comercio? Los defensores se entretienen hablando de probables aspectos positivos sin cuantificar los negativos de corto plazo y en el tiempo; también se desconoce si los cualitativos netos son positivos o negativos, siendo la razón por la que productores y consumidores están desorientados, y más que eso, preocupados.

 Las asociaciones de empresarios, que desde hace tiempo debieron tener un equipo de especialistas analizando escenarios, tampoco tienen una clara visión de lo que a sus miembros les espera, mientras el gobierno, que nunca se ha ocupado de darle un peso relativo a cada uno de los argumentos positivos y negativos para llegar a una conclusión racional, porque que se sepa tampoco ha realizado estudios comparativos, se limita a suplicar la entrada en vigencia del acuerdo, para lo que esta en disposición de cambiar leyes, decretos y resoluciones, independientemente del impacto en la sociedad.

El acuerdo podría beneficiar al consumidor dominicano si el incremento en las importaciones de bienes desde los Estados Unidos al mismo tiempo conlleva una reducción de precios, lo que no está asegurado porque como explico más adelante no existe base para esperar una rebaja de precios. Podría perder si parte del comercio que hoy se realiza con países europeos y asiáticos se desvía hacia los Estados Unidos y si por diferencia de costos el precio en el mercado resulta superior. El exportador dominicano tendría ganancia adicional si en los Estados Unidos se elimina ó se reduce un arancel, sin embargo, y como veremos más adelante, para el exportador dominicano la entrada en vigencia del Dr-Cafta no conlleva ganancia arancelaria en los Estados Unidos. Lo que quiero dejar establecido es que todos estos enunciados son cuantificables para los principales productos que importamos desde los Estados Unidos, países asiáticos y europeos, también para veinte ó treinta productos no tradicionales que exportamos a esos mercados, y que no entiendo la razón por la que el gobierno no realiza y publica el ejercicio. Lo hice con un modelo tradicionalmente usado y comentado en la literatura económica y los resultados no me gustaron; para la economía nacional, es decir para el consumidor y el productor de cualquier tamaño, el libre comercio con los Estados Unidos reporta pérdidas en un ambiente estático, y lo malo es que los resultados negativos no cambian de signo cuando se plantean diferentes valores para las elasticidades. No descarto que los resultados negativos sean positivos cuando el trabajo se haga con un mayor detalle incorporando más productos comercializables y coeficientes (elasticidades) optimistas, mi preocupación, sin embargo, es que la ganancia no llegue a justificar los riesgos que estamos corriendo cambiando al vapor y para complacer leyes, decretos y resoluciones.

Un aspecto crucial en los estimados que hice es que no habría ganancia con la apertura comercial de los Estados Unidos, al menos en el corto plazo, y lo demuestro con la siguiente cronología. Desde la década de los ochenta el país se beneficia de tratamientos especiales en el mercado de los Estados Unidos. Desde 1983 y hasta el 2000 las reducciones arancelarias a las exportaciones dominicanas estuvieran amparadas en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe; se ampliaron en 1996 a través del Programa de Acceso Especial, a partir de ese año entraron libre de impuestos las prendas de vestir de las zonas francas dominicanas, con la única restricción de que utilizaran telas hechas en los Estados Unidos y que además fueran cortadas en ese país. Con motivo de lograrse la paridad Nafta en el 2000, no sólo los productos textiles y las prendas de vestir podían exportarse libre de impuestos a los Estados Unidos, también otros productos no tradicionales de exportación alejados de las zonas francas podían ser colocados en territorios norteamericanos. La condición que se puso fue que los beneficios de la paridad Nafta terminarían el 30 de septiembre del 2008 o antes si República Dominicana lograba un tratado comercial bilateral con los Estados Unidos. Como en promedio era muy bajo el valor agregado de los productos exportados a los Estados Unidos, ó dicho de otra manera, que era muy pobre el aporte nacional que hacían las zonas francas y los productos no tradicionales exportados, las condiciones mejoraron a partir del 2002 cuando se permitió que determinados renglones se pudieran terminar en República Dominicana. Como consecuencia de la implementación de la paridad textil, el 89% de los productos exportados entraron a territorios norteamericanos sin pagar aranceles, mientras el resto pagó el 2%, incluyendo los productos no tradicionales de exportación.

El tratado de libre comercio con los Estados Unidos establece que el 99% de lo que se produce en República Dominicana tendrá vocación de ser exportado sin pagar arancel. Es decir que en la práctica no habría ganancias, o habría pocas ganancias, porque desde la década de los ochenta, y principalmente a partir del 2000, más del 90% de lo que se exporta a los Estados Unidos no paga arancel o paga muy poco. Lo nuevo, si se puede decir así, sería que las preferencias arancelarias no tendrían fechas de terminación. Habría ganancias si de la noche a la mañana los dominicanos pudieramos cambiar la exportación de productos de poco valor agregado por productos de alto valor agregado, pero sabemos que no es posible en el corto plazo, porque previamente es necesario una profunda reestructuración industrial para mejorar la competitividad no sólo en las zonas francas sino también en las empresas fuera de ellas, para lo que se requiere transferencias de tecnologías y grandes inversiones. Es un asunto de tiempo que, sin embargo, se complica con otra realidad, a partir del 2009 las empresas de zonas francas deberán pagar impuesto sobre la renta, así lo dispone el acuerdo sobre subsidios de la OMC, desincentivo que afectará las iniciativas de invertir  para producir y exportar bienes con elevado valor agregado.

La verdad es que de repente, y sin darse cuenta, el libre comercio con los Estados Unidos requiere que República Dominicana se someta a una rígida disciplina no sólo en el manejo de las finanzas públicas, lo que es positivo por razones que todos sabemos, tambien deberán aplicarse principios de libre mercado en un país pequeño acostumbrado al monopolio. Como la mano invisible de Adam Smith si equilibra los mercados es en el largo plazo, en el corto plazo el consumidor y el productor dominicano tendrán fuertes pérdidas, mientras los productores norteamericanos serán los grandes ganadores. En República Dominicana en el corto plazo se perderán muchas inversiones, principalmente de pequeñas y medianas empresas, porque de repente se termina el régimen de facilidades unilaterales para iniciar las bilaterales con los Estados Unidos, para lo que se desmantela el 77% de las barreras al comercio, lo que ha producido impactos negativos en los ingresos del gobierno y en la economía de las empresas y las familias. Por sup arte el gobierno resolvió su problema, sustituyó los ingresos dejados de recibir con ingresos de fuentes internas, pero además aprovechó la oportunidad para aumentar sus recaudaciones con medidas que están alterándo negativamente la economía de las empresas y de las familias.

En parte como consecuencia del libre comercio con los Estados Unidos han sido demasiado los cambios que se han producido en los últimos tiempos. Se aumentó la tasa del ITBIS y se amplió la cobertura; se elevó la tasa del selectivo al consumo para algunos productos; se creó impuestos internos que afectan el consumo de cigarrillos, tabaco, alcohol, combustible; se aumentó el impuesto a la renta de empresas y personas; se convirtió en impuesto mínimo el adelanto a la renta de 1.5%; se creó un impuesto a los activos de las empresas y de las personas; se estableció un mecanismo legal para penalizar la evasión fiscal; se otorgó poderes excepcionales a la Dirección de Impuestos Internos para hacer cálculos discresionales a pequeños y medianos negocios; se estableció el número de comprobante fiscal para empresas y personas a fin de controlar los reportes del pago de impuestos. Todos estos cambios han elevado la presión tributaria, han reducido la capacidad de consumo de los dominicanos, han empeorado el ambiente de inversión, y los precios de los productos de la canasta familiar han aumentado a niveles peligrosos para la estabilidad social, y lo peor es que la sociedad no puede esperar compensación cuando entre el libre comercio con los Estados Unidos. En el país nadie puede asegurar que se producirán rebajas de precio de los productos importados desde los Estados Unidos, porque ha sido clara y contundente la experiencia que se ha tenido, un buen testigo ha sido el Lic. Miguel Cocco, Director General de Aduanas, en República Dominicana los precios de los productos de consumo son rígidos hacia la baja. Arancel y tasa de cambio, en teoría, deberían tener el mismo impacto sobre los precios internos, sin embargo, en República Dominicana la teoría tiene sus inconvenientes, los mercados en su mayoría están dominados por una ó pocas empresas y personas, la reducción del tipo de cambio que en los últimos dos años y medio sobrevaluó el peso en más de 20% no redujo los precios de los productos en ese ni en ningún porcentaje; de modo que no debe esperarse que bajen de precio cuando los supermercados y mercados del país sean invadidos con productos importados desde Estados Unidos; miente el que esté diciendo que el consumidor se beneficiará con rebaja de precios.

Por otra parte, como consecuencia de los enormes subsidios y ayudas cruzadas que anualmente reciben los productores agrícolas norteamericanos, tenemos que prepararnos para ver la invasión de productos agrícolas de ese país y el desplazamiento de los de aquí. Sin importar lo que afirman algunos, la verdad es que para la economía del agricultor dominicano en el corto plazo será demoledor el aumento de las importaciones procedentes de los Estados Unidos, y que nadie me venga a decir que en las negociaciones se protegieron los productos sensibles, que para esos productos se mantendrá la estructura arancelaria y que su desmantelamiento se producirá en un período de 20 años, porque el problema fundamental es que no se negociaron suficientes provisiones para contrarrestar los enormes subsidios y las ayudas que reciben los productores norteamericanos. Ya veremos si no es así.

Mis números reportan que el libre comercio con los Estados Unidos reporta pérdidas netas para los dominicanos al menos en el corto plazo; el que tenga números diferentes tiene la responsabilidad de exponerlos y analizarlos públicamente, incluyendo al gobierno. Como dijo Keynes, en el largo plazo todos estaremos muertos, el gobierno tiene la obligación de proteger el corto plazo, no puede ignorarlo. Mi recomendación es que se debe tener mucho con cuidado con el cambio de leyes, decretos y resoluciones, que la prisa puede conducirnos al hoyo. La historia es para tomarla en cuenta, la desgravación arancelaria del 1919 fue penosa para las inversiones, el libre comercio con los Estados Unidos no funcionó y Horacio Vásquez llegó al poder en parte por la promesa que hizo de vuelta atrás. Los tiempos son diferentes, es cierto, pero la experiencia es la misma.

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