Convierten audiencia Quirino en tribuna

Convierten audiencia Quirino en tribuna

POR LEONORA RAMÍREZ S.
La audiencia en la que se conocía el pedido de extradición hacia Estados Unidos de Quirino Paulino Castillo, quien está vinculado en el tráfico de 1,387 kilos de cocaína, se convirtió en una tribuna antiimperialista, en la que se aireó el derecho de los tribunales de cada país de evacuar, sin intervención, una sentencia que adquiera la calidad de la cosa irrevocablemente juzgada.

Carlos Balcácer, Freddy Castillo y Félix Damián Olivares, abogados de Paulino Castillo, desmenuzaron la Convención de Viena, el Tratado de Extradición entre República Dominicana y Estados Unidos, y otros convenios internacionales, para probar que judicialmente es imposible la extradición del prevenido, a quien autoridades judiciales de ese país acusan de pertenecer a una red de narcotraficantes.

Pero las armas de la barra de la defensa de Paulino Castillo también apuntaron a los medios de comunicación, pues se planteó que «periodistas pagados» son los que lo han llevado al pie de del cadalso, porque cuando lo apresaron el 18 de diciembre del 2004, dijo Balcácer, «no tenía ni un alfiler que lo comprometiera».

La Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia se reservó el fallo sobre la solicitud de extradición para el viernes 18 de febrero, después de cinco horas de deliberaciones entre el ministerio público y la defensa de Paulino Castillo.

Pero el ministerio público no calló. La magistrada Gisela Cueto basó sus alegatos en la necesidad de que el tribunal conozca el pedido de extradición, que había pruebas contundentes aportadas por la justicia estadounidense, como interceptaciones telefónicas y testimonios de personas no identificadas.

Que la discusión sobre soberanía era innecesaria.

Mas Olivares respondió que «la soberanía de un país no es una basura intelectual».

Y para rematar, Balcácer refirió que «el ministerio público quiere estar como el Coloso de Rodas, con un pie en lo lógico y otro en lo ilógico».

LA JUSTICIA LOCAL

“El hecho de que los jueces norteamericanos se pongan peluca y hablen inglés no los hace superiores a los dominicanos», dijo Olivares para ponderar la capacidad de los magistrados dominicanos, así como la transparencia de la justicia local.

Como los defensores de Paulino Castillo sabían y de hecho lo admitió Olivares, que éste no tenía mañana, argumentaron durante más de una hora recordando personajes como Poncio Pilatos y Cicerón, juristas locales como el fenecido Julio Genaro Campillo Pérez, el senador estadounidense Jesse Helmes, y de la mitología griega a Orfeo y Eurídice en el quinto nivel de los infiernos. 

Todo en orden, en santa paz, hasta que Balcácer hizo a la Suprema Corte una serie de solicitudes incidentales que auguraban un proceso ‘kafkiano’… largo, tedioso, interminable.

Pero Ángel Castillo, representante del ministerio público, protestó y acusó a la barra de la defensa de hacer un ‘show’ con tantos pedimentos, entre estos, establecer un doble grado jurisdiccional para el prevenido y aclarar el estatus de la abogada representante de Estados Unidos, Analdi Alcántara, quien también es funcionaria de la Procuraduría General de la República.

Ambas reclamos fueron negados.

«Show están haciendo ellos, los militares que custodian a Quirino… porque tienen la extradición como una especie de perra prieta amarrada en su casa», le respondió Balcácer.

SALMO 34

«Busqué al Señor y él me respondió, y me libró de todos mis temores». Ese versículo del Salmo 34 leía Gisela Moreno antes de iniciarse la audiencia del viernes 4 de febrero. Esta mujer de Elías Piña, igual que otras, oraba, leía la Biblia mientras algunas se daban abrazos de aliento porque no se resignan a que sea extraditado hacia Estados Unidos el benefactor de esa empobrecida provincia fronteriza.

Paulino Castillo, presuntamente es cabecilla del grupo que, el 18 de diciembre del 2004, fue interceptado con el cargamento de drogas en el kilómetro 14 de la autopista Duarte. Forman parte del grupo de acusados el coronel policial Lidio Arturo Nin Terrero, el chofer Tirso Cuevas Nin y Eleuterio Guante.

Los amigos y familiares de Paulino Castillo abarrotaron la sala de audiencia y entre recesos y deliberaciones afirmaban que él no se apoda “El Don», y que sin su ayuda la economía de la zona perece.

Paulino Castillo tiene grandes inversiones en Elías Piña y San Juan, desde plantaciones agrícolas, factorías, una finca ganadera, estaciones de venta de gas, hoteles y restaurantes. Y en Santo Domingo gasolineras y agencias de venta de vehículos.

Cuando se le pidió que dijera su posición sobre la extradición expresó que, ni él ni su familia han estado involucrados en problemas judiciales, que su fortuna la consiguió trabajando duramente porque es un hombre de origen pobre.

Se le quebró la voz al mencionar los nombres de sus ocho hijos y destacar que tiene 16 hermanos, de los cuales sólo dos son de padre y madre.

“Y los liboristas ¿dónde están, que no vienen a defenderlo?”, le preguntó el juez Edgar Hernández a Paulino Castillo al tratar de indagar por qué éste niega que lo apoden “El Don», si los reportes de prensa así lo registran.

«Bueno, ellos están ahí, lo que pasa es que no los dejan hablar»… a seguidas un coro de voces salió en su defensa.

Luego, quiso abundar sobre las causas que habrían originado su apresamiento, pero el juez presidente, Hugo Álvarez Valencia, le dijo que no abundara, que no se le estaba aplicando un juicio de fondo.

Al finalizar el proceso, a las 3:15 de la tarde, el salón quedó momentáneamente en silencio, hubo un brevísimo apagón y a la salida del recinto -esposado y custodiad por sólo siete policías- sus seguidores le vociferaron «No se rinda», «Dios está contigo», «Valor primo, valor primo».

SIN APARATAJES

Como Paulino Castillo fue trasladado de la Dirección Nacional de Drogas (DNCD), por disposición de la Suprema Corte, hacia la cárcel de Najayo, la custodia estaba integrada por efectivos de la Policía, los cuales no exhibieron la aparatosidad de los oficiales antinarcóticos en otras audiencias.

El general de brigada Valentín Rosado Vicioso, a cargo de la vigilancia, ordenó filas dentro y fuera del recinto, y facilitó la entrada y salida de los periodistas.

Dentro de la sala de audiencias no más de ocho policías vigilaban al prevenido.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas