Convierten cárcel de Rafey en centro de rehabilitación

Convierten cárcel de Rafey en centro de rehabilitación

POR RICARDO RODRIGUEZ
SANTIAGO.-
La conversión de la cárcel de Rafey-Hombres en un centro de corrección y rehabilitación, está demostrando en la práctica que los problemas entre reclusos paulatinamente desaparecen, si estos son tratados con la dignidad que requiere un ser humano privado de su libertad.

A esa conclusión llegó Erickson de Jesús Bobadilla, el director del centro penitenciario ubicado en el referido sector santiaguense, tras hacer una evaluación del cambio que, en todos los aspectos, ha experimentado ese lugar de reclusión.

Y es que en el Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey-Hombres, los internos (como ahora se denomina a los presos) no solo aprenden trabajos prácticos y asuntos técnicos, sino que esa nueva forma de vida les enseña comportarse de manera mucho más social entre sí.

Recuerda de Jesús Bobadilla que la cárcel de Rafey era escenario contínuo de reyertas entre reclusos, que casi siempre derivaban en motines, a veces con saldo de muertos o heridos a cuchilladas.

Hoy, la realidad es completamente diferente y, de acuerdo al director de ese centro de corrección, todo tiene su origen en que ya los internos ocupan la mayor parte de las horas del día ejerciendo algunos de los oficios aprendidos allí, o preparándose intelectualmente para servir a la sociedad de la mejor forma posible, cuando se reinserten en ella.

De Jesús Bobadilla resaltó el esfuerzo que hacen los internos por aprender a manejar las cosas básicas de una computadora, así como  el idioma inglés.

Tanto para el uso de las computadoras, como en la teoría y la práctica de carpintería, se cuenta con profesores cedidos por el Instituto de Formación Técnica Profesional (INFOTEP), mientras que José Martínez, quien también es recluso, les sirve como profesor de inglés.

El empeño de captar la mayor cantidad de los conocimientos que los instructores les transmiten, se refleja cada día y, solo en el área de informática, más de 200 internos se han graduado, tras recibir enseñanzas en dos tandas que dirigen los profesores Luz María Linares y Juan Inoa.

En lo que tiene que ver con la carpintería, las enseñanzas están divididas en teóricas y prácticas y es ostensible el empeño que ponen los reclusos por aprender a confeccionar artículos tan disímiles como una puerta o un pequeño souvenir de madera, con el mapa de la República Dominicana, del tamaño de la palma de una mano.

Otros, en cambio, han preferido aprender a pintar en lienzos, a tratar y cuidar huertos, soldadura, herrería y pintar vehículos. Casi todos están estudiando y, a partir del próximo año, sus títulos de bachiller serán reconocidos por la secretaría de Educación y podrán cursar carreras universitarias en la Universidad Abierta Para Adultos (UAPA).

Los internos reciben asistencia bucal  de dos profesionales que ya son asistidos por internos de ese recinto y que, de acuerdo a los dentistas, sus ayudantes han aprendido tanto “que ya solo necesitan la parte teórica, pues en la práctica están dando la talla”.

El aspecto psicológico no está ajeno al sistema implementado en el Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey-Hombres. Varias profesionales de la conducta humana están permanentes allí, lo que también ha contribuido a cambiar el modo de actuar y pensar de los reclusos.

Todas esas facilidades, sumadas al trato humano que ahora reciben los internos, ha hecho que en Rafey las estadísticas muestren que son prácticamente inexistentes los problemas entre ellos, hasta el extremo que la media este año ha sido de apenas un 0.02 por ciento, cifra que, de acuerdo a de Jesús Bobadilla, es una de las más bajas en las cárceles de América Latina.

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