Convierten la Puerta de la Misericordia en “romódromo”

Convierten la Puerta de la Misericordia en “romódromo”

POR MARIEN A. CAPITAN
Para doña Juana Pérez y su hijo Orlando Gómez Pérez el día de ayer fue muy especial: vinieron, desde Cotuí, para que el pequeño conociera la Puerta de la Misericordia, la Puerta del Conde y el Altar de la Patria, tres espacios de los que Gómez había oído hablar durante sus clases de historia.

Tanta fue la insistencia del pequeño por conocer estos rincones que su madre, contenta por la atención que él pone sus lecciones de quinto grado, decidió traerlo. Al verlos, sin embargo, la emoción se esfumó; le parecieron descuidados.

«Lo primero que él me dijo cuando estábamos en el Altar de la Patria es »mami, esto está feo». El sitio es muy bonito y eso pero como que le falta mantenimiento, pintura, limpieza, higiene. No sé, le falta algo. Al menos no hay basura. Esto está feo también. Tienen que tener personas todo el tiempo para que estén pendientes de la basura y todo eso».

Tras manifestar esto, Gómez hizo un llamado a las autoridades para que mejoren los monumentos patrios. Así, estableció, quienes visitan el lugar no se sentirán defraudados.

Escuchando a doña Juana, que observaba con pena la Puerta de la Misericordia, vale pensar qué diría si supiera cuál es el sobrenombre que le han puesto desde hace tiempo: «el romódromo». Con esa palabra, está todo dicho.

ENTRE SODOMA Y GOMORRA
Si en lugar de tener bustos tuvieran sus almas en la Puerta de la Misericordia, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez vivirían en un susto perpetuo: según los vecinos, esto se ha convertido en un rincón en el que se rinde culto a Sodoma y Gomorra.

Amantes furtivos, que desahogan sus ansias al calor de las noches oscuras, dejan que sus gemidos se escuchen en las ventanas del edificio contiguo. Los venduteros, bebedores y vagos que pasan por el lugar, además, descargan allí todas sus necesidades fisiológicas.

Como prueba de ello, ayer en la mañana se detuvo un vendedor de mangos y aguacates. Sentado en un muro, cansado de la caminata, veía con tristeza su completa mercancía. Cinco minutos después, a pesar de que había cuatro personas en la Puerta, se fue a un rincón y se dispuso a orinar. Al terminar, campantemente, subió la cremallera de su pantalón, recogió su mercancía y continuó su camino.

Escenas como esta, relataron los vecinos, se viven cada día. En las noches de los fines de semana, cuando la música y la bebida están en su apogeo, todo es peor. Lo lamentable, dijeron, es que no sirve de nada llamar a la policía: los dueños del colmadón que está enfrente le dan algo a los policías para que se queden callados.

Pasando al aspecto físico de la Puerta, lo primero que llama la atención es la charca de agua verde y sucia que está del lado de la calle Palo Hincado. La alcantarilla, tapada, no permite que el agua fluya.

Los bustos, como una oda al mal gusto, tienen características peculiares: mientras el de Mella tiene las letras borrosas y el mármol está cuarteado y garabateado, el de Sánchez está rodeado de botellas de alcohol.

Las historias de estos bustos, para los vecinos, es muy dura: «un día amanecieron embarrados de materias fecales; otro con unos colalex en la cabeza», señaló una moradora del lugar.

EL PARQUE INDEPENDENCIA
La carpa blanca desapareció. Los libros y pasatiempos son cosa del pasado, lo que hace que la Puerta del Conde vuelva a lucir en todo su esplendor: nada interrumpe la mirada.

Más sorprendente aún es el brillo que tienen hoy los cañones y las verjas que dan entrada al Parque Independencia. Una vez dentro, se puede apreciar que se han esfuerzos por remover la basura que estaba por los rincones.

Aunque todavía no han encontrado un mecanismo que les permita retirar inmediatamente los restos de los árboles que son podados en el parque, al menos no los están dejando en el medio, tal como sucedía antes.

Pasando a las labores de mantenimiento, éstas aún no se han iniciado. Falta pintar, limpiar la fuente y arreglar y reponer las lámparas de la verja y de la fuente.

También quedan pendientes los peldaños de las escaleras, las filtraciones del mausoleo del Altar de la Patria, la restauración o cambio de los mármoles, el cambio o pintura de las puertas y el arreglo de las cajas de los fusibles del Altar.

Otro detalle que hay que tener pendiente es completar el nombre de la estatua de doña Manuela Diez, reparar las tomas de agua de las mangueras y, según comentó un oficial, cambiar los circuitos eléctricos para evitar que se dañen constantemente las bombillas.

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