¿Convive con un
agresor psicológico?

¿Convive con un <BR>agresor psicológico?

Cuando se escucha en los medios de comunicación o en el entorno social donde nos desenvolvemos el concepto “Violencia de género”, la primera imagen que generalmente llega al pensamiento es la de un hombre golpeando a una mujer, pero muchas veces no se toma en consideración que para que exista violencia no necesariamente tiene que propinarse a la víctima una golpiza o una bofetada.

Millones de mujeres en todo el mundo son maltratadas por sus parejas con herramientas tan sutiles que pasan desapercibidas, pero por el simple hecho de que  no les “pone la mano”, ellas minimizan o no identifican otro tipo de agresión que se puede estar dando: la psicológica, ignorando el daño emocional que dichas acciones les causarán, a corto o largo plazo, y que puede llegar a ser tan o más devastador que la violencia física.

“A mi marido no le gusta que yo salga con mis amigas porque dice que son mala influencia para mí”, “A mi novio no le agrada que tenga amigos, porque él  siempre dice que “confía en mí, pero no en ellos”; “Mi novio no me impide salir, pero cuando lo hago, termino regresando temprano a casa por su insistencia al llamarme”, “Mi esposo siempre dice que soy muy ingenua y que por eso los demás se aprovechan de mí”;  éstas son algunas de las afirmaciones comúnmente hechas  por mujeres que, en la mayoría de los casos, confunden estas señales de violencia con amor.

La terapeuta Marien Federo explica que estudios sobre el tema plantean que la cultura y la crianza en el hogar que han recibido un gran número de dominicanos ha dado lugar, como en otros países, a que esta situación se observe como una dinámica “normal” en la pareja.

Esta percepción se va transmitiendo de padres a hijos, ocasionando que la conducta se repita de generación en generación, y así continúe una cadena de aceptación del patrón, en donde el hombre tiene derecho a ejercer atribuciones de influencia dentro de la relación.

Federo recomienda que en toda relación se genere un espacio de crecimiento personal, pues, en conclusión, “el fin de estar juntos es acompañarse en el caminar por la vida para crecer en un proyecto de convivencia en común”.

La terapeuta Ana Simó, directora del Centro Vida y Familia, al referirse al origen de la conducta de un agresor psicológico, plantea que la inseguridad extrema es uno de los sentimientos más comunes en el individuo con este perfil, sentimiento que lo lleva a luchar hasta conseguir obtener el control absoluto de la vida de su pareja.

 “El agresor psicológico generalmente es una persona muy insegura, y el inseguro necesita tener el control, porque eso le proporciona bienestar”.

Paulo Coelho

En su obra “El Alquimista”, plantea que “el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento”.  Resulta difícil y doloroso para muchas mujeres descubrir que su pareja está ejerciendo control psicológico sobre ellas, y mucho más reconocerse como su víctima. Por temor a enfrentar la realidad y perder al ser amado, las mujeres tienden a optar por mantener la esperanza de que surja en él un cambio repentino, que solo ocurriría con una intención  en modificar su conducta a través de terapia de pareja.  La decisión, la voluntad y la búsqueda de  ayuda profesional  son elementos fundamentales para recuperar la paz interior, el aprecio y el respeto.

Marien Federo

El manejo de poder, ya sea económico o emocional, por uno de los miembros, en este caso el hombre, es un punto crucial para que en una relación se genere un desbalance en el manejo de la equidad

Ana Simó

Cuando el agresor logra tener el control de la vida de la víctima, reafirma su seguridad, destruye la  autoestima, la esencia y la autenticidad. Extingue todo lo genuino de ésta, hasta convertirla en una extensión de sí mismo.

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