Coordinación contra delitos

Coordinación contra delitos

De ordinario, los entes civiles están en capacidad y derecho a protegerse de la delincuencia sin llegar a la persecución armada y sistemática por esos caminos de Dios, brindada por agencias particulares de amplia presencia. La autoprotección privada es legítima aunque de limitado efecto y no es suficiente para contener el crimen en todo sitio y menos con los niveles a que está llegando. Al anunciar que sacará sus músculos ante el azote de malhechores, los agroproductores de Moca y Licey resaltan el estado de indefensión e indignación que les causa el bandidaje; maltratada gente de trabajo que reprocha a las autoridades el estar fallándole al pueblo. Muchos otros ciudadanos también se alarman. No es cosa de niños (aunque de ordinario el Gobierno solo trata excepcionalmente desde alto nivel la gravedad de los hechos) que la gente tenga tantos motivos para sentirse insegura.

En sus distintos roles, los ciudadanos tienen derecho a asegurarse en hogares y predios, más que nada, con precauciones y reduciendo su exposición a las acciones criminales; pero lo fundamental para proteger vidas y bienes es que la Policía impida con vigilancia más visible la tan libre circulación de delincuentes y que existan mecanismos de reacción rápida en las zonas codiciadas por bandoleros. Queda claro que con coordinación operativa, el cuerpo del orden y los empresarios del campo pueden hacer mucho por esta causa.

Fiscalías en los barrios

Es un acierto de la Procuraduría General de la República dedicar inversión al sostenimiento de dispersas y accesibles presencias del Ministerio Público entre comunidades barriales. Fiscalías para recibir en primer paso las querellas y manejar conflictos del diario vivir en comunidades urbanas. La defensa de la ley en un programa que al menos en su primera etapa, incluía la participación de psicólogos para tratar inconductas y agresividades.

Poner a mano de la gente un recurso para la acción pública y para arbitrar a tiempo las contradicciones de ciudadanos en proximidad en anticipación a consecuencias mayores con vías de hecho. Una herramienta que puede servir de mucho para combatir unos de los peores azotes sobre vecindades: los ruidos innecesarios y la música de alto volumen.

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