Corazones heridos pueden motivar
desconsuelo, conflictos y violencia

Corazones heridos pueden motivar<BR>desconsuelo, conflictos y violencia

TELÉSFORO ISAAC
Frecuentemente oímos de persecuciones, asesinatos y suicidios, como secuelas de corazones heridos debido a celos, rupturas de relaciones amorosas o negación a la reconciliación de novios o parejas conyugales.

Hay que poner atención y estar dispuesto a oír y aconsejar a las personas descorazonadas cuando hay serios conflictos, desavenencias conyugales, amenazas o rompimiento de relaciones amorosas y violencias potenciales o reales. A veces la ira alcanza a los hijos y a miembros de la familia; hasta puede provocar el atentado contra su propia vida.

Deben primar en toda relación sentimental la sensatez, la paciencia, la buena formación cristiana, la fe inquebrantable, la firmeza en la esperanza y la nobleza del amor.

Si hay desamor o desacuerdos insalvables, se recomienda tomar tiempo y espacio para analizar la situación que existe y tratar de ver cómo, cuándo y por qué comenzaron y continuaron los conflictos.

Es bueno buscar consejos de pastores, sacerdotes, terapeutas sexuales, sicólogos o personas de vasta experiencia y de vida ejemplar para brindar consejos y ayuda. Si hay desamor o es notable la imposibilidad de continuar en forma afable, digna, estable y en paz con la pareja se debe tomar la decisión de la separación con altura y respeto mutuo.

Es más saludable el rompimiento sin odio, resentimiento, ganas de venganza o hilos que puedan servir de manipulación.

Amar es una decisión y el rompimiento de un amor imposible debe ser igualmente una decisión (que generalmente será dolorosa), pero si hay fortaleza espiritual e inteligencia emocional, el dolor se disipará progresivamente. Es mejor un rompimiento cabal sin resentimientos intoxicantes que un resquebramiento o fragmentación prolongada, continua, intermitente y mortificante en la relación cual fuere.

Es posible que las personas que no se desligan de una interrelación problemática con firme decisión para recomenzar su vida, es porque padecen o dan muestra de una debilidad en su personalidad, o un desajuste en su mentalidad, o es intransigente y egoísta a ultranza. Estas condiciones podrían dar lugar a una dependencia o a un difícil asunto de manejar en forma condescendiente y justa.

Puede ser que la debilidad en la personalidad o el desajuste emocional que padece la persona sean realmente una cadena virtual fruto de traumas de la infancia o de los funestos ejemplos de familiares cercanos o del ambiente social. La dificultad de vivir y dejar vivir y de no soltar la cuerda de la ligazón son causas de la dependencia emocional que hace daño a ambas partes.

Puede darse el caso que los pasos iniciales de la relación fueran viciados, equivocados, forzados, inducidos por terceras personas o en una ocasión de aprovechamiento circunstancial. También puede ser que una de las partes «cayera en un gancho» y ahora no tiene el valor o no sabe deshacerse del desenganche con dignidad, sentido común y respeto mutuo.

Por otro lado es probable que la relación sea con una persona de identidad equivocada y no se tomó el tiempo ni se hizo la requisa necesaria para conocerse o dejarse conocer debidamente y ahora vienen las frustraciones y el dilema.

Además puede ser que una de las partes haya potencializado sus posibilidades de ascender la escala social, el nivel económico o el desarrollo académico o profesional, y ahora está tratando con desprecio a su compañero o compañera.

Muy a menudo los conflictos, desavenencias, e incapacidad de convivencia armónica, se hacen notar por la dejadez o forma despectiva de tratar o mencionar a la pareja.

Se da el caso que tanto mujeres como hombres hablan mal de sus parejas con las amistades y/o los parientes como una forma mal sana de preparar el desenlace o justificar el rompimiento. Nadie con un ápice de ética moral debe hablar, ni echar lodo o «destilar ironía mordaz» sobre los secretos íntimos de ambos, ni exponer las debilidades de su consorte. Este es, sin lugar a dudas, un aspecto negativo de un alma pervers

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