Cordura y racionalidad, indispensables para tener luz

Cordura y racionalidad, indispensables para tener luz

He escuchado a psicólogos decir que una de los síntomas de una mente con problemas es repetir una misma acción, ante algún estímulo, esperando cada vez resultados diferentes. Es claro que insistir en el error es una de las mayores pruebas de irracionalidad, más aun si quien así se equivoca cree que la terquedad traerá alguna otra consecuencia que no sea el mismo reiterado fracaso.

Esta explicación de la psicología me parece viene como anillo al dedo para entender por qué los dominicanos hemos sido incapaces de solucionar nuestros problemas por la falta de un sistema eléctrico confiable y viable. Llevamos años insistiendo en los mismos errores esperando resultados distintos. La capitalización, o semi-privatización del negocio eléctrico, estuvo condenada al fracaso desde sus inicios porque el gobierno nunca quiso asumir su responsabilidad como regulador. Las quiebras de las distribuidoras en 2003 fueron consecuencia directa del descalabro financiero causado por los fraudes bancarios. Es útil sólo como chercha política discutir si el PRD o el PLD tienen mayor o menor culpa: como en Fuenteovejuna han actuado todos a una. Ningún gobierno ha querido asumir la necesidad de despolitizar la gestión de las empresas y entidades eléctricas controladas por el Estado. El falaz y espúreo argumento de un supuesto “costo político” muy alto ha perpetuado estructuras justificables sólo por su conveniencia partidarista. El mejor ejemplo de ello es que los dominicanos pagamos por la gasolina y el diesel un precio distinto cada semana, según su costo real, sin que haya ningún “costo político”. Siempre hay gasolina; pero nunca hay luz.

El fracaso dominicano en proveernos nosotros mismos la electricidad indispensable se perpetúa por nuestra propia debilidad y anomia. Si el liderazgo político ha logrado escurrir el bulto ante su culpa ha sido principalmente porque la sociedad se lo ha permitido. Somos como un paciente canceroso que rehúsa medicina y tratamiento.

En días recientes el tono del debate sobre el fracaso eléctrico ha ido en aumento. Pero sólo se oyen recriminaciones recíprocas entre políticos y empresarios. Ojalá no terminen desgañitados. Quizás una mejor idea es que, con toda la persuasión de que es capaz el sector privado cuando se unifica detrás de una causa buena, se le reclame al gobierno aprovechar el momento para rediseñar el modelo. Más de lo mismo sólo traerá mayores fracasos. Cordura y racionalidad son indispensables para tener luz.

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