Sammi Yang comenzó a darse cuenta de que algo no estaba bien cuando fue a una consulta con su médico en Berlín y se le prohibió ingresar al edificio.
Mientras otros pacientes ingresaban por la puerta del centro médico, Yang, una artista del maquillaje que venía de China, tuvo que esperar afuera en pleno invierno.
Al final su doctor apareció por la puerta y sus primeras palabras fueron: «Esto no es personal, pero…»
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«Me dijo: ‘No estamos dejando entrar a ningún paciente chino, por todo lo que está pasando con este virus que viene de China'», relató Yang a la BBC.
«No hubo manera de explicarle que yo me sentía bien y sana» y que, en ese momento, llevaba mucho tiempo sin visitar China.
En las semanas siguientes a que el virus comenzara su expansión por el mundo, se han visto numerosos actos de discriminación en contra de chinos o personas del sureste asiático.
Aunque también existe empatía con las víctimas chinas del coronavirus, particularmente después de la muerte de la persona que primero alertó sobre la epidemia, el médico Li Wenliang.
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Pero la discriminación contra China y sus ciudadanos no es nueva: la sinofobia es un fenómeno bien documentado que ha existido por siglos.
Las múltiples formas en que se ha manifestado durante la crisis del coronavirus revela la compleja relación que el mundo tiene con China en el presente.
«Poco familiar en Occidente, muy familiar en el Este»
El rechazo que se produce por el virus se expresa de varias maneras.
En lugares donde los asiáticos son una minoría visible -como Europa, Australia y EE.UU.-, la sinofobia es aparentemente impulsada por estereotipos superficiales de los chinos como personas desaseadas y poco civilizadas.
El que los llamen lisa y llanamente «un virus», por ejemplo, se ha vuelto bastante común. Las minorías asiáticas son rechazadas físicamente en público o se han convertido en blanco de insultos y ataques racistas.
Titulares como «Peligro amarillo», «Panda-monio por virus chino» y «Los hijos de chinos deben quedarse en casa» se han publicado en diarios franceses y australianos.
Además, con las noticias de que los virus se originaron en un mercado donde se vendían animales salvajes, y que posiblemente resultó de una mutación de un virus de un murciélago, los chistes sobre que los chinos comen cualquier cosa que se mueva son comunes en las redes sociales.
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Mientras ese tipo de comentarios proliferan en Asia, la retórica antichina en países de Occidente tiene un tono incluso más xenófobo.
Un tema en común es la sospecha de que China se ha dedicado a infectar poblaciones locales en países cercanos.
En Singapur y Malasia, cientos de miles de personas han hecho peticiones online para prohibir la entrada de ciudadanos chinos a sus países. Y de hecho, varios países han instaurado una cierta forma de control de acceso.
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En Japón algunos llaman a los chinos «bioterroristas», mientras las teorías conspirativas sobre la intención de China de infectar a sus propios habitantes, particularmente a la población musulmana, también circularon en los últimos meses.
«En Occidente, China se ve como algo lejano y remoto, así que la sinofobia tiene en parte su origen en el desconocimiento. Pero en Asia, el centro de ese rechazo parte de que los conocen muy bien», le dijo a la BBC el profesor Donald Low, experto en políticas públicas chinas.
En Asia, la sombra de China se ha extendido a través de los siglos en forma de disputas regionales, rechazos históricos y olas migratorias.
Más recientemente, el reclamo del gigante asiático sobre el mar del Sur de China y las detenciones de los uigures en la provincia de Xinjiang han causado reacciones de ira, especialmente en el suroeste de Asia, en donde hay una importante presencia musulmana.
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Por otro lado, el dinero chino y sus enormes inversiones en la región han sido bienvenidos, pero también han provocado sospechas ante la dominación de China y la explotación de recursos sin muchos beneficios para las economías locales.
Incluso en sociedades cercanas como Hong Kong y Singapur hay un gran sentimiento antichino, en parte debido a las inquietudes de larga data sobre la inmigración e identidad chinas, así como a la influencia de Pekín.
«Asombro y desdén»
Algunos creen que la ola actual de sinofobia tiene mucho que ver con cómo China se ha comportado, no solo en esta crisis sino en recientes años, en el escenario mundial.
Una actitud generalizada hacia China ha sido una mezcla de «asombro y desdén», señaló el profesor Low.
Para algunos, cómo China ha manejado la crisis del coronavirus genera «una increíble admiración por lo que pueden hacer, como por ejemplo construir hospitales en días».
«Pero también han sido criticados por su incapacidad de controlar cuestiones como el tráfico de animales salvajes y han recibido reclamos para ser más transparentes en su funcionamiento».
Las autoridades chinas admitieron que reaccionaron lentamente en las etapas iniciales de la crisis, y han sido fuertemente criticados por el trato al doctor Li Wenliang, quien dio la alerta a sus colegas sobre el coronavirus a nivel global y por esto fue puesto bajo investigación policial.
El presidente, Xi Jinping, busca proyectar una China fuerte y segura con el mensaje de es un jugador global responsable e invierte miles de millones en países de todo el mundo.
Pero China no ha dudado en mostrar sus músculos también, como se ve en la feroz retórica de los medios estatales en la guerra comercial con Estados Unidos, la evidencia acumulada sobre su programa de espionaje estatal de gran alcance y el incansable reclamo sobre territorios en disputa.
«Quieren ser amados, pero a la vez temidos», explicó el profesor Low.
El crecimiento de China generó un aumento en el número de turistas y estudiantes que visitan y viven en otras partes del mundo, lo que ha llevado a una mayor visibilidad china.
Algunos reportes esporádicos de mal comportamiento y la mayor presencia china han hecho crecer los estereotipos de que los chinos son turistas maleducados y de que los estudiantes en el exterior solo quieren exhibir su riqueza.
Por supuesto, no todos tienen la misma percepción sobre los chinos. En Sudamérica, Asia y Europa del Este, la visión es más positiva, de acuerdo con una investigación del Pew Center.
Algunos observadores -aunque también el gobierno chino- señalan que la sinofobia es culpa de sus rivales, debido al capital político que buscan con ello.
En años reciente, una cantidad considerable de retórica antichina ha llegado de EE.UU., particularmente desde la administración del presidente Donald Trump, como lo señala el profesor Barry Sautman, un sociólogo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong.
Estados Unidos, de hecho, tiene una larga historia de sinofobia, más exactamente con la ley de exclusión china de 1882, en la que se prohibió la entrada de trabajadores chinos cuando comenzó la llamada «Fiebre del Oro».
«Ahora China es vista como la que desafía la hegemonía de EE.UU., por lo que cada aspecto del gobierno chino ha sido criticado fuertemente. Y como resultado un montón de personas alrededor del mundo asumen eso, lo que ha aumentado la sinofobia, que ya traía una carga histórica importante», explica Sautman.
«Patear a China mientras está caída»
China no está tomando los ataques de forma pasiva.
En las últimas semanas, los medios estatales chinos han publicado artículos de opinión condenando la discriminación y el racismo. Muchos de estos artículos son en inglés con la idea de alcanzar una audiencia global.
Pero también han tenido problemas con los informes críticos de los medios internacionales sobre el manejo del gobierno de la crisis del coronavirus, a pesar de que algunas de las críticas se han transmitido en los medios locales.
El gobierno chino habla información errónea o de discriminación injusta contra China. El destacado presentador de televisión Liu Xin, de la emisora estatal CGTN, describe este hecho así: «Patear a China mientras está caído».
Oficialmente, el gobierno ha criticado a los países, particularmente a los Estados Unidos, por «crear y difundir el miedo» al promulgar lo que llamó prohibiciones de entrada «innecesarias» contra los viajeros chinos.
Mientras tanto, la ansiedad y la desesperación por la discriminación se están profundizando para muchas minorías chinas y asiáticas en el extranjero, ya que el brote continúa sin un final a la vista.
«Me da miedo», dijo Sammi, la maquilladora de Berlín. Planea evitar salir durante las próximas semanas.
No es solo su experiencia con el médico lo que la ha asustado. Un amigo germano-asiático fue acosado recientemente en una estación de tren, mientras que una mujer china fue brutalmente atacada en su camino a casa. La policía de Berlín lo clasificó como un incidente racista.
La mujer afirmó en las redes sociales chinas que la llamaron «virus» y que fue golpeada después de defenderse.
«No quiero pelear con la gente cuando me llaman virus. Todo lo que saben es lo que leen en los periódicos, no puedes hacerles cambiar de opinión», dijo Sammi.
«Incluso si les muestro mi visado, les digo que soy residente permanente, todo eso no importa. Porque todo lo que ven es mi rostro chino».